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Kim Jong-un se proyecta ante China y Rusia como un «aliado útil»

En las celebraciones del 80 aniversario del Partido de los Trabajadores, Kim Jong-un exhibió reuniones, desfiles y la presentación del nuevo misil Hwasong-20, mientras proyectaba a Pyongyang como aliado útil para Pekín y Moscú. El gesto abre además la puerta a una posible reunión con Donald Trump.

Kim Jong-un camina junto al primer ministro chino Li Qiang. (KCNA | DPA-EUROPA PRESS)

En el 80 aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores de Corea, Kim Jong-un combinó reuniones de alto nivel, espectáculo interno y mensaje externo: el desfile mostró su poderoso Ejército, una reafirmación del control político y, sobre todo, la presentación del nuevo misil Hwasong-20, una demostración pensada tanto para Pekín y Moscú como para Washington. Con ese gesto, Pyongyang se proyecta como un «aliado útil» capaz de ofrecer cooperación estratégica pero también de recalibrar su asimetría con los grandes actores y, al mismo tiempo, vuelve a dejar la puerta entreabierta a una posible cumbre con Donald Trump, un escenario que mezclaría cálculo diplomático, presión armamentística y mensajes de legitimidad interna.

La simbólica visita del primer ministro chino, Li Qiang, convierte el acto en algo más que un desfile interno: es un guiño público de Pekín hacia Kim y un aval diplomático que busca estabilizar la península y asegurar canales de comunicación estratégicos con Corea del Norte. En público, ambos mandatarios hablaron de «cooperación» y de elevar la comunicación política y económica; en privado, la presencia de Li refuerza la capacidad negociadora de Corea del Norte frente a Washington y otorga a Kim una mayor posición de fuerza ante occidente.

La presencia de una delegación rusa encabezada por el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Dmitri Medvedev, añadió una nueva capa geopolítica en el escenario: más allá de saludos protocolarios, Moscú busca reafirmar vínculos con Pyongyang como contrapeso al aislamiento y como palanca en su confrontación con Occidente.

El encuentro sirve para intercambiar mensajes de apoyo mutuo y, en el ámbito práctico, para abrir vías de cooperación económica y militar que podrían incluir contratos, asistencia técnica o mecanismos para sortear sanciones, pero también para poner a prueba hasta dónde pueden llegar estos aliados sin quemar el puente con Pekín. Esta recién alianza reforzada con Rusia desde la invasión de Ucrania refuerza la idea de explotar la rivalidad entre grandes potencias para obtener reconocimiento, recursos y margen de maniobra diplomático.

Estrella del desfile

También estuvieron presentes delegaciones de otros países aliados o próximos a Pyongyang, entre ellas la de Vietnam, cuyo líder partidario, To Lam, realizó una visita oficial y mantuvo encuentros bilaterales con Kim Jong. La delegación vietnamita asistió al desfile, participó en actos culturales y se firmaron varios acuerdos de cooperación en defensa o sanidad.

La visita de To Lam confirma que Pyongyang busca normalizar y ampliar relaciones prácticas más allá del simbolismo, intercambiando apoyo político por vías de cooperación económica y técnica.

El Hwasong-20 fue la estrella tecnológica del desfile: presentado por la prensa oficial local como el «arma estratégica nuclear más poderosa» de Corea del Norte, se mostró montado sobre un lanzador móvil de gran tamaño y vinculado por expertos a un nuevo motor propulsor de combustible sólido cuyas pruebas finales se divulgaron el pasado septiembre.

Analistas occidentales y surcoreanos señalan que, de confirmarse sus prestaciones (movilidad, menor tiempo de reacción y mayor alcance) el Hwasong-20 podría amenazar objetivos en la parte continental de EEUU y complicar las defensas antimisiles.

Reunión Trump-Kim

Esta conmemoración ha puesto de nuevo sobre la mesa la posibilidad de una nueva reunión entre Kim y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), previsto para noviembre en Gyeongju, Corea del Sur. En agosto, Trump ya dijo que esperaba mejorar su relación con Kim Jong Un y consideró la posibilidad de celebrar una cumbre antes de fin de año.

Kim y Trump se reunieron tres veces durante el primer mandato del presidente norteamericano, cuando admitieron haberse «enamorado» mutuamente, aunque no consiguieron sellar un acuerdo firme en el ámbito nuclear.

Desde entonces, especialmente desde la llegada de la administración Biden, Corea del Norte se ha reafirmado en considerarse un poder nuclear «irreversible».

Pyongyang asegura que Kim tiene «buenos recuerdos» de Trump y que está abierto a negociaciones si EEUU no persiste en sus demandas de desnuclearización.