«A estas alturas no tiene sentido jugar a hacer hits»
El que fuera líder de Havoc nos presenta su nuevo y maravillosamente inclasificable proyecto, creado al alimón junto a Iñaki De Lucas, productor de discos que forman parte de la historia de la música en Euskal Herria, de bandas y artistas como La Buena Vida, El Columpio Asesino o Rafa Berrio.
Artikulu hau irakurtzeko
erregistratu doan edo harpidetu
Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi
Klikik gabe gelditu zara
¿Por qué decide poner punto (y aparte) al proyecto de Havoc?
El último disco de Havoc, ‘Espíritu’, salió en 2020 y a los 15 días llegó el apocalipsis y todo se tuvo que cancelar. Hicimos tres o cuatro conciertos de estos raros, y algún homenaje para honrar la memoria de Rafa Berrio, muy amigo de todos y al que acabábamos de perder. En Havoc estaba con Jon Vidaur, guitarrista, productor… un genio, pero él llegó a un punto en que la situación le hizo bajarse de los directos y dedicarse más al estudio y a sus cosas personales. Por un corto periodo de tiempo pensé en rehacer la banda y hacer algún EP o algo así para poder hacer alguna gira. Pero me di cuenta de que Havoc sin Jon no tenía sentido, y ahora es un proyecto que está hibernando en una caja fuerte y con el que creo que hemos dejado un legado bastante notable.
¿Y cómo se junta con Iñaki De Lucas para empezar a dar forma a Caballos Yonkis?
Yo tenía muchas canciones que se habían quedado fuera y empecé a producirlas con Xabier Villena, que había tocado la guitarra rítmica en ‘Espíritu’. Pero por una catastrófica serie de decisiones, mejores o peores, acabé en el estudio de Iñaki De Lucas, al que ya conocía como productor de La Buena vida, El Columpio Asesino, Rafa Berrio… Le pasé el material que tenía y, de una manera cruel, de las más de 20 que le llevé me dejó en 11 canciones, que encajaban en una idea primigenia de sonido que, quizá, tenía Iñaki más que yo, que como compositor, a lo mejor pienso más en otras cosas que en el sonido holístico.
«Si me tienen que comparar con alguien, que sea con Rafa [Berrio]; con él discutía mucho sobre estilo, tono y la forma de hacer los versos, y aprendí a amar el oficio de compositor»
Empezó como productor pero, poco a poco, nos juntábamos como dos demonios delante de la consola y empezábamos a trabajar hasta entrar casi en trance. Los dos nos enamoramos artísticamente el uno del otro en un período en el que creo que ambos nos necesitábamos emocionalmente, porque estábamos en un momento bajo. Fueron dos años de trabajo.
Hablaba de esos malos momentos. ¡Cuántos huérfanos dejó Rafa Berrio!
Totalmente. Yo no lo habría descrito mejor. Iñaki igual era más hermano de Berrio que yo, que soy más hijo. Ambos éramos íntimos y nos dejó desolados. Por suerte, ahora, gracias a Gema, su mujer, tengo casi un museo de Rafa Berrio en casa, con las cosas de Rafa que ella me ha ido pasando.
¿Era muy distinto el camino que usted tenía en mente para esas canciones, antes de que Iñaki las cogiera?
Es que, desde el primer momento en que nos juntamos, a la hora de hacer la producción nos dimos cuenta de que había que hacer algo diferente; yo no podía llevarle a él hacia donde me lleva mi deriva, ni él a mí hacia su querencia. Entonces, aunque ya haya repetido la metáfora varias veces, fue como ‘El corazón de las tinieblas’ o ‘Apocalipse now’: éramos como dos desquiciados a machetazos por la jungla buscando la canción que, en este caso, sería el Coronel Kurtz. Nunca sabíamos dónde iba a llevarnos la canción, pero poco a poco fuimos entendiendo cuál era el camino más fácil para llegar a ella. Y aun así, hasta el final cada tema fue una pérdida de masa gris bastante importante, y creo que ya no soy el mismo que era antes de este disco (risas).
¿Le llevó a Iñaki canciones que no había podido aprovechar con Havoc, o todo eran composiciones nuevas?
No soy de rescatar mucho, porque me siento cobarde cogiendo cosas que no me habían servido en su momento. Además, siempre suele suceder que la canción que más te gusta es la última que has hecho. Así que no tiré de repertorio antiguo, y todas las canciones que le llevé a Iñaki eran muy del momento. Quizá alguna la rescaté para ver si le gustaba a él, pero ni sé si fue de las que, finalmente, se quedaron en el disco. De todas formas, aunque fueron dos años de trabajo, obviamente no estuvimos ocho horas al día con esto, y todo este tiempo nos sirvió para hacernos más que amigos, resolver problemas que teníamos y hacer equipo.

Dos años, a priori, y para los que no tenemos ni idea de lo que cuesta, puede parecer mucho tiempo para hacer un disco. ¿Había también un exceso de perfeccionismo o de autoexigencia a la hora de dar forma a este trabajo?
Tardamos mucho, sobre todo por esa búsqueda de la que te hablaba y por no tener un sonido predeterminado inicial. Al fin y al cabo, estar perdido en la jungla buscando algo que no sabes dónde está lleva mucho tiempo. Pero sí que, por otro lado, Iñaki es un genio, y eso no lo tengo que decir yo, porque ahí está su curriculum, pero también es una persona que trabaja de una forma muy concienzuda y hay que surfear su ola, que es muy jodida, pero a la vez muy placentera.
Supongo que para él también habrá sido muy especial volver a formar parte de una banda…
Es que esto es una cosa muy especial porque, en principio, más que un grupo iba a ser un ‘proyecto’, y él iba a ser el productor de algo así como Gorillaz o algo parecido. Pero cuando se unió Ander ya vimos la banda. De hecho, sin él no habría sido posible, porque es un tipo excepcional. Así que Caballos Yonkis somos Ander, Iñaki y yo junto a Jaime, que entró cuando ya estaba el disco hecho, pero que también ha sido de gran ayuda, y al que ya conocía desde los tiempos de PLV Havoc.
Tengo que confesarle que, personalmente, me encanta que los y las artistas nos lo pongan complicado a la hora de colocarles en un lugar determinado. ¿Se atrevería usted a definir lo que es ‘Sobredosis’?
Si me lo pides lo intento. Yo creo que es una especie de electro post punk oscuro, pero también hay pop… electropop post punk, ¡yo que sé! (risas).
¿Y qué le parece algo así como Rafa Berrio cantando con El columpio asesino? Se lo digo porque parece evidente que ambos han sido muy influyentes en el sonido de este disco.
Hostia, es que me has dejado… pues es que es algo que nunca he pensado. Si me tienen que comparar con alguien, por Dios bendito, que sea con Rafa; con él discutía mucho sobre estilo, tono y la forma de hacer los versos, y aprendí a amar el oficio de compositor con él porque, de alguna manera, hasta entonces yo lo hacía por vocación, pero sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Así que es probable y recomendable que se me hayan pegado cosas suyas a la hora de escribir o cantar, a lo mejor lo de la prosodia… puede ser, pero es tan inconsciente y poco predeterminado que yo no lo veo. Pero ojalá esté ahí. De todas formas, lo siento mucho, pero creo que lo que dices es muy reduccionista, aunque puede ser una forma de decirlo, a pesar de que yo no lo vea. Es un grandísimo halago que me comparen también con El Columpio Asesino, y me imagino que, al trabajar con el que fue productor de ambos, era inevitable que saliera algo de ellos.
«Claro que me encantaría llenar San Mamés, pero lo que no puedo hacer es música que llene San Mamés. Al fin y al cabo, somos una banda, no una empresa»
Es de agradecer que todavía haya gente como vosotros y otras bandas que os tomáis vuestro tiempo para hacer un elepé, algo muy diferente a lo que marca la industria hoy en día…
Al final para nosotros es más difícil seguir los parámetros de la industria que lo que ya hemos vivido. Además, la industria de la música cambia a cada puto segundo, ahora ya no se compran discos, y de hecho, nosotros vamos a hacer una tirada pequeña de vinilos solo por los fans a los que les gusta el formato físico, pero es absurdo porque la deriva actual nos lleva a que la música sea gratis. Yo entiendo que los que hacen música urbana, o Rosalía y esta gente que están dentro del negocio lo hagan, pero todo eso, para bien o para mal, no se me exige en mi sello ,donde solo me exigen que haga el mejor disco posible y que, ojalá, guste a la mayor cantidad de gente. Claro que me encantaría llenar San Mamés, pero lo que no puedo hacer es música que llene San Mamés. Adaptarse a los tiempos o entenderlo está bien, otra cosa es que yo pueda hacerlo; y nosotros, a estas alturas, no vamos a jugar a hacer hits porque no tiene sentido. Al fin y al cabo, somos una banda y no una empresa. Y aun así, aunque por supuesto nunca se me va a ocurrir traicionar mi forma de hacer música, nosotros también tenemos que transigir ante las nuevas formas de comunicación.