Gorka Ikatza

Espresso Martini, subidón en el Soho londinense

Espresso Martini, un cóctel diferente... y energético.
Espresso Martini, un cóctel diferente... y energético. (Jon Urbe | Foku)

El decadente Soho londinense de comienzos de los años 80 del pasado siglo, un barman agobiado por una cafetera caótica y una modelo que aparece en escena pidiendo «algo que me despierte y luego me joda». Estos fueron los tres elementos que generaron la magnífica alquimia del Espresso Martini, un cóctel en el que, a pesar de su nombre, el vermú ni está ni se le espera.

El artífice de la genialidad –nos dice Yon Pavón, del Patricio Bar, en Lasarte– fue el barman londinense Dick Bradsell, «un auténtico gurú en el universo de los cócteles». Es precisamente Bradsell quien en numerosas entrevistas ha contado cómo elaboró su primer Espresso Martini; al que, por cierto, denominó inicialmente Vodka Espresso, algo más ajustado a los componentes del combinado.

 

Aunque la historia la haya repetido con algunas variaciones, lo que nunca cambia es que una noche de 1983, cuando él trabajaba en el bar The Ivy Soho Brasserie de Londres, entró una joven modelo pidiendo algo «to wake me up, and then fuck me up».

La barra del Ivi Soho Brasserie, en la actualidad.

 

Bradsell recuerda que en aquel tiempo junto a la barra había una cafetera que funcionaba mal y le tenía obsesionado con el café, cuyas borras estaban por todos lados.

Pero aquella muchacha pedía un subidón rápido, así que el bartender cogió la botella de vodka, que era lo que más se bebía en el Soho de aquellos años, y lo combinó con licor de café, azúcar líquido y un espresso recién hecho en la desastrosa máquina, que vertió caliente sobre la mezcla en una copa Martini, las famosas en forma de V.

La combinación de azúcar, cafeína y vodka es de suponer que cubrió las expectativas y levantó del suelo a la muchacha, quien algún tiempo después se convirtió en top model.

¿Quién era la supermodelo? El secreto se lo llevó a la tumba Bradsell

Escuchada la historia relatada por el propio protagonista, la pregunta resulta evidente: ¿Quién era la supermodelo? Bradsell nunca reveló la identidad de la chica, tan sólo contó lo sucedido. Aun así, siempre se habla de Naomi Campbell o Kate Moss, algo difícil de creer teniendo en cuenta que en aquel tiempo una tenía 13 años y la otra 9. El misterio permanecerá, pues Dick Bradsell falleció en febrero de 2016.

Bradsell era ya una celebridad de los cócteles a comienzos de los 80, por lo que su Vodka Espresso alcanzó una rápida popularidad. Algunos años después, en consideración a la famosa copa en V, lo rebautizó como Espresso Martini. Y más tarde, cuando en 1998 se trasladó al Pharmacy Bar de Notting Hill, ideó una versión actualizada de su famoso cóctel, que bautizaron como Pharmaceutical Stimulant. Sólo el nombre, ya anima.

Pavón destaca que por su alto contenido en cafeína y el azúcar líquido el Espresso Martini es un chute de energía

Yon Pavón destaca que por su alto contenido en cafeína y el azúcar líquido el Espresso Martini es un auténtico chute de energía, ideal cuando se necesita un buen estimulante o tras una comida o cena. «Es un combinado elegante, intenso, equilibrado y lleno de sabor – nos dice-, un cóctel con el que vas educando al cliente y empiezas a ganarte su confianza».

El punto de graduación del cóctel lo da el vodka, un licor al que algunos consideran el menos agresivo ya que sus múltiples destilaciones eliminan toda posible impureza. Según las leyendas del mundo de la moda, al vodka estarían aficionados los y las modelos por tratarse del alcohol que menos estropea la piel en la transpiración y por la casi nula presencia de azúcar y carbohidratos, lo que lo convierte en bastante bajo en calorías en relación a otros licores. 

Preparación

La forma de prepararlo tiene su pequeña complicación por el azúcar líquido, pero, no obstante, se puede hacer en casa sin ningún problema.

Así pues, lo primero sería preparar el azúcar líquido. Para ello,  echamos el azúcar en una sartén pequeña con unos 5 cl de agua y lo ponemos a fuego medio, revolviendo y llevándolo a ebullición.

Cuando ya está líquido, se retira del fuego y se deja enfriar.

«Seguido – continúa Pavón-, echamos 1,5 cl de ese azúcar líquido en la coctelera, vertemos 2,5 cl de licor de café, 5 cl de vodka y varios hielos gordos, para enfriar sin diluir». 

El café espresso recién hecho es el componente que se vierte en último lugar. A continuación, se cierra la coctelera y se le da un agitado fuerte, «sin miedo», durante unos doce segundos.

El último paso sería verter la mezcla en la copa martini; «Eso sí, con un colador para que no caigan trocitos de hielo y con la copa enfriada previamente».

«Para decorar, echamos dos granos de café», concluye, con expresión de haber disfrutado del proceso de elaboración.

«Cuando se echa de la coctelera a la copa el aspecto es turbio – precisa Pavón-, pero poco a poco se va estabilizando la mezcla y si está bien hecho debe quedar en dos zonas; una base oscura, negra por el café, coronada de una capa de espuma cremosa sobre la que flotan los dos granos».

El actual Soho londinense poco tiene que ver con aquel de hace cuarenta años. Pero lo mismo antes que ahora, allí que aquí, un Espresso Martini viene estupendo para despertar. Eso sí, evitando la segunda parte, la del «fuck me up».