Una crisis personal seguida de otra global, en forma de pandemia, pueden hacer que cualquiera pierda pie. ‘Ekilibrista’ (Gaztelupeko Hotsak) es el instrumento con el que Markos Untzeta se ayuda para transitar por esa fina cuerda que es a veces la vida.
Se trata del sexto disco de este eibartarra afincado en Ondarroa, con dos largas décadas de trayectoria a sus espaldas desde que en 2002 grabara ‘Gaua basamortuan’. Luego siguieron ‘Zenbat euri’ (2006), ‘Mississippi’ (2011), ‘Seinaleak’ (2016) y ‘Eguzki gorri bat’ (2018), todos bajo el mismo sello.
En esta última aventura ha vuelto a contar con la colaboración de su fiel «escudero», el guitarrista del Trentino Giovanni Zanon –residente en Zumaia–, que además firma uno de los diez temas, todos con letra en euskara. ‘Ekilibrista’ ha sido grabado en el estudio de Haritz Harreguy en Usurbil, y han completado la banda el bajista Fernando Neira y el batería Karlos Arancegui.
Untzeta ha explicado en la presentación llevada a cabo este miércoles en Donostia que este es su trabajo con mayor grado de elaboración, con una preproducción que arrancó en el otoño pasado. «Hemos prestado mucha atención a los detalles pequeños», ha subrayado.
A pesar de ser temas nacidos de sendas crisis, con la soledad del confinamiento como fondo, con la ansiedad generada por la incertidumbre, el autor no ha querido «hacer nada triste, sino todo lo contrario. Todos somos equilibristas, enfrentando los momentos de desazón y sufrimiento con la luz y la fuerza que nos concede la música».
Una especie de terapia que bebe de las fuentes habituales de Untzeta, «el rock americano, blues, folk, country... ecos de Tom Petty, Neil Young o Bob Dylan». Temas en los que «empezamos poniéndolo todo para luego ir quitando», hasta llegar casi a la desnudez.
«En este mundo gigantesco y ruidoso que cada día nos parece más difícil de entender, los pequeños afectos silenciosos son casi nuestro único refugio. En mitad de la avalancha de sonidos supuestamente vanguardistas y rompedores, brillantes e hinchados como globos, necesitamos discos como ‘Ekilibrista’ a modo de bálsamo para nuestros oídos y nuestra mente», han resumido.