Gorka Ikatza

Patria Mía, orgullo cubano

Hace un siglo la coctelería cubana experimentó un formidable desarrollo gracias a la Ley Seca. Cantineros y dueños de bares marcharon a Cuba y tropeles de estadounidenses adinerados viajaban. La referencialidad se mantiene porque la creatividad del pueblo cubano llega a todos los órdenes de la vida.

José Rafa Malén, con su Patria Mía en uno de los templos de la coctelería.
José Rafa Malén, con su Patria Mía en uno de los templos de la coctelería. (NAIZ)

A criterio de la historiografía, el primer cóctel como tal fue el Old Fashioned, que es, simplemente, whiskey americano, azúcar y angostura. Hay que tener en cuenta que la palabra cóctel se emplea por primera vez en 1806 en una revista neoyorquina y que los primeros pasos de la mixología están escorados, cómo no, hacia lo estadounidense. Pero de no ser así, Cuba figuraría con letras destacadas en los primeros renglones de la historia de la coctelería, pues ya hay referencias a finales del siglo XVI de un precursor del primer cóctel.

Se trata del Drake, un trago a base de hierbabuena macerada en aguardiente que se preparaba el corsario británico Francis Drake en 1586 mientras intentaba tomar La Habana, algo que no consiguió.

Casi trescientos años después de aquello, en 1862, comienzan a construirse en Cuba las primeras destilerías de ron, dando ya el debido carácter y calidad al «rumbillion» que bebían los piratas y corsarios de la zona desde el siglo XVII.

En 1815 había llegado el hielo a La Habana. Así que ya no faltaba nada: Ron, hielo, frutas, calorcito… y el fascinante carácter creativo del pueblo cubano.

Fue hace un siglo cuando la coctelería cubana despega de manera fulminante y entra en su época dorada. El factor desencadenante lo constituyó la Enmienda XVIII a la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, es decir, la llamada Ley Seca, por la que se prohibía el alcohol.

La Ley Seca comenzó en 1920, en una época aún de bonanza económica en Estados Unidos, lo que convirtió a La Habana en «la París del Caribe»

 

La proscripción duró desde 1920 hasta 1933. En los EE.UU se vivía todavía un tiempo de bonanza económica, así que los pudientes pululaban en fiestas en las que el alcohol y los cócteles corrían a raudales y viajaban alegremente por el mundo. La Habana era llamada la París del Caribe. Cada año decenas de miles de estadounidenses viajaban a la isla a divertirse.

Cuando se impuso la Ley Seca, los bartender abandonaron los EE.UU y Cuba fue uno de sus refugios predilectos, además de Europa. Los estadounidenses bebedores adinerados viajaban en tropel a Cuba a beber. En aquel tiempo fueron miles los bares nuevos que se abrieron en la isla y la competencia entre ellos para destacar era tal que se veían obligados a potenciar su inventiva elaborando nuevos cócteles que atrajeran a más visitantes.

«Vinieron cantineros, vinieron dueños de bares», recuerda José Rafa Malén, presidente honorario y asesor nacional de la Asociación de Cantineros de Cuba, una agrupación gremial que se creó en 1924 con el nombre de Club de Cantineros de la República de Cuba y que fue la primera en el mundo de esas características.

La Ley Seca significó el estallido de la coctelería cubana y La Habana se convirtió en la capital universal del cóctel.

Un siglo después, Cuba permanece siendo referente mundial y son decenas los nuevos combinados que se han creado en la isla caribeña, así como los premios y menciones que han recibido sus cantineros en competiciones internacionales.

Preparación

Hace cinco años, el propio José Rafa Malén conquistó un triunfo más en su palmarés. En esa ocasión fue el primer premio en la Copa Presidentes del XXII Campeonato Panamericano de Coctelería de la IBA, la Asociación Internacional de Bartenders, en sus siglas en inglés.

Y lo ganó con el cóctel Patria Mía: «Para este cóctel y su decoración me he inspirado en mi país, por lo que representa para mí ser cubano 100% y por ser la primera vez que competía en mi terruño como máximo representante de todos los cantineros cubanos miembros de nuestra asociación».

La base principal del cóctel Patria Mía son 30 ml de ron añejo, a lo que se añaden 20 ml de licor de manzana verde Teichenné, 15 ml de Cinzano Rosso y 5 de Campari; además de un atomizado con esencia de sabor a mandarina.

Se sirve en copa de cocktail, o copa Martini, y se decora «con la figura de la Isla de Cuba de jamón artesanal Blanca Nieves al borde de la copa y con una mini bandera cubana», precisa.

El ron que utiliza Rafa Malén es Cubay 10 años Reserva Especial, «por ser un ron elaborado en la parte central de Cuba y ser la máxima expresión del equilibrio entre el balance y la armonización de los rones cubanos. Tiene un perfil organoléptico y culmina la obra entre lo amargo y lo dulce de una forma equitativa, condición muy apropiada para la característica aperitiva del cóctel».

En la carta de presentación del trago puede leerse de Cuba: «Tierra pequeña pero de personas que no se rinden»

En la carta de presentación del trago Patria Mía puede leerse: «Es tierra pequeña pero de personas buenas, que no temen a dificultades y retos de la vida, que no se rinden, que saben valorar a la familia y a los buenos amigos, que se esfuerzan por aprender y ser cada día mejores, que pueden con sólo una sonrisa, apartar una nube de tormentos. Esa es la Patria Mía».

Los Nardos y otros más

José Rafa Malén, que también es miembro de la Sala de la Fama de la IBA, es el creador de casi una veintena de cócteles. Como Los Nardos, que ensambló en 2002 con 30 ml de Amaretto Disaronno, 80 ml de jugo de manzana y cinco gotas de zumo de limón fresco.

La preparación es sencilla, pues es suficiente con verter en una copa el Amaretto, agregar luego el jugo de manzana y las gotas de limón. Se decora con una guinda y una hoja de menta o hierbabuena.

En la actualidad, al cóctel Los Nardos se le añade también licor sherry y se echan fresas en su interior, junto a las hojas de menta o hierbabuena.

Son también cócteles de José Rafa Malén Un Beso para Mamá, Fraternidad Latina, Gaucho Tropical o Soberana, un trago que dedicó a los trabajadores de la salud y a los científicos por su labor durante la pasada pandemia.
 
Su última creación el pasado año fue La Bayamesa, un cóctel en honor a la mujer cubana.  La Bayamesa es el himno nacional cubano, un canto de combate de 1868 que llama a defender la patria y la libertad contra la ocupación española: «!Para siempre su imperio cayó!/¡Cuba libre! Ya España murió», decía en una estrofa que fue luego eliminada tras la proclamación de la independencia.

 

La coctelería de la isla se va extendiendo por el mundo más allá del legendario Daikiri, del Mojito o el Cuba Libre. Sin ir más lejos, Yon Pavón, del Patricio Bar en Lasarte -quien nos ha facilitado este recorrido veraniego por bartender y sus cócteles-, es miembro honorario de los Cantineros de Cuba.

Y aunque en cualquier lugar de Euskal Herria se pueda disfrutar de un trago cubano, clásico o de la nueva era, no está de más intentar hacer un esfuerzo para poderlos gozar junto al pueblo cubano respirando la brisa caribeña.

Yon Pavón, del Patricio Bar de Lasarte –quien nos ha facilitado este recorrido veraniego–, es miembro honorario de los Cantineros de Cuba