Xandra  Romero
Nutricionista

Rigidez alimentaria y autoevaluación del peso

A sabiendas de esa costumbre de ponerse a dieta al inicio de año y tras los atracones navideños, la dietista-nutricionista de 7K establece una relación entre restricciones alimentarias, autoevaluación del peso corporal y síntomas dietéticos para alertar de los riesgos de las decisiones equivocadas.

Un año más habrá quien empiece el año con el objetivo de ponerse ‘a dieta’ y por eso un año más venimos a explicar los riesgos que tiene la planificación restrictiva de la alimentación (y que están más que demostrados científicamente, aunque muchos no se quieran enterar aún en el 2024).

En primer lugar, definamos la restricción dietética como el esfuerzo cognitivo intencional para limitar la ingesta calórica con el objetivo de perder o mantener peso. Pero esto, que parece tan común y hasta ‘normal’, se basa en ciertos componentes conductuales y psicológicos que llevan a las personas a tener una alimentación inflexible, lo que a su vez, supone, además de la propia restricción, otro importante riesgo para la salud.

La restricción dietética normalmente suele ser inflexible o rígida, lo que refleja un enfoque de todo o nada que abarca sentirse obligado a obedecer un conjunto de reglas o normas dietéticas autoimpuestas (evitar alimentos ricos en calorías, contar calorías, ayunar y/o saltarse comidas), tener una sensación de autocontrol y sentirse empoderado al seguir estas reglas, y no respetar ni seguir las señales internas/externas de hambre, saciedad y apetito. Por lo tanto, se compone de dos dimensiones, la primera es conductual (es decir, obedecer reglas dietéticas restrictivas) y la segunda es psicológica (tener la creencia de que seguir estas reglas es una obligación constante).

En este sentido, uno de los riesgos más graves en relación con la restricción inflexible, son los trastornos alimentarios, y es que el modelo psicológico que trata de explicar su aparición, propone que los juicios de autoestima que dependen del peso y la forma del cuerpo favorecen la adopción de múltiples reglas exigentes relacionadas con la comida, la alimentación y la dieta, lo que a su vez aumenta la vulnerabilidad hacia estos trastornos. Sin embargo, hasta ahora no existía evidencia que respaldase esta secuencia hipotética y cronológica de eventos. Pero a finales del ya pasado año, un estudio probó que los sujetos que le daban mayor importancia a la forma de su cuerpo y/o a su peso corporal al inicio, tuvieron mayor adherencia inflexible a las reglas alimentarias a los 3 meses, lo que a su vez predijo un aumento de los síntomas de atracones a los 6 meses.

De esta manera es posible que, aunque muy normalizadas, las normas dietéticas rígidas que decidamos adoptar hoy, puedan volverse problemáticas mañana y que, en el ‘mejor’ de los casos, nos lleven a mantener una relación dictatorial con la comida pero que a la larga, pueda provocar síntomas alimentarios más serios.