
La hemos visto y oído en todos los escenarios donostiarras posibles y con el recital de ayer acumula media docena de visitas al Jazzaldia. La creadora catalana traía una novedad especial: ‘Toda la vida, un día’, un álbum íntimamente personal y ampliamente exigente.
Desnudada de los grandes acompañamientos instrumentales y vocales que acompañaron la presentación de su disco, Sílvia se encarga ahora, además de cantar, de guitarra, teclados, sintetizadores y saxofón. Su apoyo grupal es finamente envolvente: Carlos Montfort (violín, percusión, trompeta, coros), Marta Roma (violoncelo, trompeta, coros) y Bori Albero (contrabajo, coros).
Cinco movimientos (uno por cada etapa de la existencia), con veintiún canciones, completan en su disco las etapas de infancia, juventud, madurez, vejez y renacimiento. Una idea circular, como la portada del disco.
Plena
Con el Kursaal mayor a rebosar, Sílvia arrancó el recital con el ‘Círculo amarillo’ de la niñez, cantando a capella fragmentos de su sureño ‘Salir distinto’ y el cuarteto entró en acción con la levedad de ‘Ell no vol que el món s’acabi’ y la primaveral fragilidad de ‘La flor’. Con la alegría andina de ‘Mechita’ como puente, el ambiente se metamorfoseó con teclados electrónicos y percusiones diversas para describir la etapa de «inmensidad» juvenil (‘Círculo azul’, de los 20 a los 40 años).
En la parte más experimental, con el grupo de espaldas en su cacharrería sónica, se escuchó el poema de William Carlos Williams ‘Aterrados’; ‘Sin’ y ‘Sucio’, de la uruguaya Idea Vilariño, con la cantante al saxo tenor, y el largo ‘El poeta es un fingidor’, de Fernando Pessoa, con dos espléndidas trompetas de arreglo. Voz manipulada, efectos o secas percusiones, acolchonados por las melodías vocales para un capítulo nuevo en la trayectoria de la creadora catalana.
La larga reflexión ‘Salir distinto’, con la hermosa voz aflamencada de la protagonista, fue uno de los momentos cumbres de la tarde. ¿Rondaba el maestro Enrique Morente por el cubo mayor? ‘Chacarera de las piedras’ sirvió para que el uruguayo Montfort bordara el dúo con Sílvia. ‘Ayuda’ recordó el clásico argentino ‘Martín Fierro’, con otro sublime dúo.
El tercer movimiento, el de la madurez de los 40 a los 60 años, fluyó con la bellísima ‘Mi última canción triste’; una promesa que seguramente no cumplirá. La etapa de la vejez, del cuarto movimiento ‘Círculo negro’ (de los 60 años hasta la muerte), llegó con la composición crepuscular que da título a la propuesta completa, ‘Toda la vida, un día’, dedicada a la cantautora argentina Liliana Herrero, unida con la sobriedad de ‘Tots els finals del món’. En el último capítulo, el del renacimiento, el sentimiento emotivo de la crepuscular ‘Em moro’ proclamó que «totes les cançons són immortals». ‘Nombrar es imposible’ contó con la participación coral de la audiencia, que volvió a colaborar en la despedida con ‘Mañana’, incluidos algunos irrintzis que parecieron sorprender a la cantante cuando pidió que se lanzaran gritos con sello local. Velada muy original, con Pérez Cruz plena de voz y sentimiento, un trío pluralmente exquisito y un original tratamiento escénico y de acompañamiento en luces.
Explosión de sonidos
La intensa jornada de hoy arranca al mediodía con el Txikijazz de Tabakalera, a cargo de la vocalista gasteiztarra Itziar Yagüe y un trio de apoyo, en clave de blues, soul, funk y swing, con su segundo disco ‘Girl Like Me’. También a media mañana se inaugura el programa Jazzeñe, del Victoria Eugenia. En la primera sesión, con la flautista almeriense Trinidad Jiménez y en la segunda, el saxofonista abulense Roberto Nieva. Con sus respectivos grupos.
La sesión vespertina del Kursaal presenta en solitario al influyente creador canadiense Rufus Wainwright en un concierto de lujo para un artista definido como «a medio camino entre lo culto y popular, lo complejo y lo fácil, lo comercial y lo indie». Con influencias del folk, pop de cámara, los musicales de la edad dorada de Broadway, el american songbook, la música clásica y hasta de la ópera.
También a la tarde, y en el marino Nauticool, cantará la mexicano-suiza Carolina Katún, con un trío de apoyo. «Un cruce entre Jazz, música folclórica centroamericana, barroca y música improvisada». Actuarán de nuevo mañana en la Zurriola.
Escenarios cantábricos
La gran fiesta del Jazz Band Ball, en la playa de Gros, presenta a la saxofonista Lakecia Benjamin, ya conocida del Festival, y grupo. También al pianista polaco Marcin Masecki, en trío. Y en las sesiones nocturnas, jazz genuino con el trompetista Eddie Henderson y el quinteto del trombonista Steve Davis. Más el grupo BIGYUKI del pianista japonés Masayuki Hirano.
El gran escenario playero se abre con la vizcaina Izaro Andrés y grupo, que presentan su exitoso ‘cerodenero’, analizado como «un ejercicio de creación de una artista con experiencia, pero con ganas de innovar y de arriesgarse. Realizado desde una mirada contemporánea, con el pop, la raíz y la electrónica». Parece un lujazo contar con una original creadora euskaldun para la inauguración del espacio marino.
Como cierre de noche debutará el grupo Larkin Poe de las hermanas Rebecca y Megan Lovell, del norte de Georgia, EEUU. Música de raíz americana, presentando su séptimo disco ‘Blood Harmony’. Del bluegrass y el country al rock sureño como oportuna juerga final playera.

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