Xandra Romero
SALUD

Abordar el Síndrome del comedor nocturno

Se habla mucho de la mala costumbre de las cenas copiosas y tardías, pero no tanto del Síndrome del comedor nocturno, que la dietista-nutricionista de 7K explica en este artículo. Las personas afectadas no tienen hambre durante la primera parte del día y pueden retrasar horas su primera comida.

(Getty)

A pesar de haber hablado en esta sección largo y tendido sobre los distintos Trastornos del Comportamiento Alimentario, probablemente hay uno de ellos o, más bien, una entidad dentro del espectro de la conducta alimentaria desadaptativa, a la que no hemos hecho mención y este es el llamado Síndrome del comedor nocturno.

Este síndrome, que para algunas personas pasa desapercibido e incluso se normaliza y que es más frecuente en mujeres alrededor de la cuarentena, cursa con varias alteraciones propias de otros trastornos alimentarios sumadas a alteraciones en los patrones del sueño. Clínicamente presenta anorexia matutina, hiperfagia nocturna e insomnio.

Cuando hablamos de anorexia matutina, estamos haciendo referencia a que estas personas realizan un ayuno o ingesta muy escasa durante la mañana. Esto ocurre como consecuencia de la alteración del ritmo biológico y hace retardar la aparición del apetito. Es frecuente que estas personas no coman apenas nada hasta la tarde.

En segundo lugar, cuando nos referimos a hiperfagia nocturna, hablamos de que las ingestas que realizan las personas que padecen este síndrome se producen entre las 8 de la tarde y las 6 de la mañana y ronda, aproximadamente, el 56% de las calorías diarias. Además, esta ingesta nocturna se caracteriza por ser rica en carbohidratos, principalmente.

Y en tercer lugar, también es característico el insomnio que, dentro de este cuadro clínico, se presenta en forma de hasta 3-6 despertares para comer y con una frecuencia de 3-4 veces por semana. A pesar de lo “normalizado” que está, este síndrome también acarrea una modificación del patrón neuroendocrino, es decir, que altera las interacciones entre el sistema nervioso y el sistema endocrino (hormonal), el cual funciona con ritmos circadianos (reloj biológico interno) que, a su vez, modulan varias funciones metabólicas y psicológicas. En la práctica, esta alteración de los ciclos de luz/oscuridad repercute en alteraciones del estado anímico, especialmente de carácter depresivo.

De manera que, de nuevo, tenemos una alteración de la ingesta alimentaria que repercute en la salud mental y viceversa, por lo que, si percibimos que algo en nuestro modo de alimentarnos cambia y, con ello, otras áreas de nuestra salud, como el sueño y el humor, consultémoslo.