MIKEL INSAUSTI
CINE

«Inside Out»

La recepción en el Festival de Cannes a “Inside Out” no pudo ser más entusiástica, con largos minutos de aplausos y alabanzas en voz alta. Al rato, las primeras críticas ya empezaban a confirmar el sobresaliente general e incluso algunos enviados especiales se atrevían a calificar a la nueva película de Pixar como la mejor hecha por el estudio de John Lasseter, lo cual es mucho decir. Otros, más prudentes, reconocían que está a la altura de “Toy Story 3” o de “Wall-E”, que a fin de cuentas resulta una afirmación igual de rotunda. Y en lo tocante al realizador Pete Docter, todos coincidían en que se ha superado y consigue un gran avance con respecto a sus anteriores “Monstruos S.A.” o “Up”. Son conclusiones en caliente que, consideradas a posteriori, reúnen una vital importancia. La crítica especializada había empezado a cuestionar el potencial creativo de Pixar, sobre todo a raíz de su integración en el gigante Disney. Así que el estreno este verano de “Inside Out”, que en la versión doblada se titulará “Del revés”, va a acallar muchas voces precipitadamente agoreras.

De Pixar siempre hay que esperar lo mejor, porque rara vez nos ha defraudado. Su política artística no ha variado un ápice en todo este tiempo y mientras John Lasseter siga al frente, su futuro queda asegurado. El dogma de la casa se basa en contar historias, concediendo mayor importancia al guión que a las técnicas de animación, con cuya evolución ya se cuenta de entrada. Ese es el secreto del éxito y la razón por la cual el cine de animación puede competir de igual a igual con el de imagen real, en cuanto que también es pura narrativa de ficción destinada a entretener a los menores y hacer pensar a los adultos a la vez.

“Inside Out” es el ejemplo más claro e ilustrativo de la línea Pixar, al plantear una auténtica revolución conceptual de la animación para todos los públicos y de ahí que, a pesar de su carácter experimental, tenga cabida en el demográfico familiar de Disney. Desde el momento en que Pete Docter le comunicó a su jefe la idea consistente en meterse en el cerebro de una preadolescente, John Lasseter sabía ya que iba a ser la mayor y más arriesgada apuesta de la compañía del flexo hasta la fecha. Un proyecto animado de tal naturaleza introspectiva solo está al alcance, hoy por hoy, de los genios de Pixar. Docter se inspiró en el caso real de su propia hija, cuyo cambio de carácter al cumplir los trece años no entendía. Quería imaginarse lo que podía estar pasando por su cabeza, para dejar de ser la niña alegre y sin complejos que había sido.

La protagonista de “Inside Out” es Riley, una niña de doce años que pasa por un momento delicado de su infancia, alterada por una mudanza familiar. Su padre ha encontrado un nuevo trabajo en San Francisco, por lo que han de abandonar su hogar en Minnesota. El viaje descoloca a la pequeña, que no se adapta a su nuevo destino, a otro colegio, otras amistades, dejando atrás la afición que sentía en el Medio Oeste por su deporte favorito: el hockey. Riley vive un caos mental interno, con emociones y sentimientos confrontados.

La manera en que se ilustran las fuerzas que bullen en el cerebro de Riley pasa por su transformación en cinco personajes emocionales, que son Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza. Estos habitan en los cuarteles generales de su psique, punto neurálgico que la precoz protagonista trata de controlar infructuosamente, con el consiguiente desorden temperamental.

Las principales emociones para la niña son Alegría y Tristeza, intentando que la primera pueda sobre la segunda. Pero a pesar de su natural y espontánea energía positiva, todo se complica por culpa de las situaciones adversas que se suceden, las cuales van poniendo a prueba su capacidad de autocontrol, que, por edad, todavía no está suficientemente desarrollada.