IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Moderno y pintoresco

Las fotografías o postales más vendidas, más recordadas, son a menudo una colección de aquellos lugares que consideramos pintorescos. Según el diccionario, pintoresco es todo aquel paisaje o lugar que resulta característico o típico de un lugar; en definitiva, auténtico. Y es esa autenticidad la que el turista o el curioso quiere captar, ya que es considerada un valor, una cualidad que aporta belleza a un lugar o a unas arquitecturas.

Uno de los retos a los que se enfrenta la arquitectura más contemporánea es precisamente este, el de dotar a edificios nuevos de una verdad que otros han logrado con el paso de décadas o incluso de siglos. Porque, no nos engañemos, lo antiguo es considerado pintoresco, independientemente de su calidad real, por el mero hecho de representar, con la historia acumulada en sus piedras, la memoria colectiva de cualquier ciudad.

La arquitectura de vanguardia se enfrenta así a un reto similar al de la robótica. Puede imitar o simular lo pintoresco, igual que un robot puede imitar la movilidad o las expresiones de una persona, pero encuentra graves dificultades cuando, además, quiere dotar a su creación de “verdad”. Ya que dotar a esa innovación de verosimilitud requiere reconstruir un alma, unas vivencias, una historia o una personalidad propias, que en el caso de la arquitectura, por ahora, únicamente el paso del tiempo ha podido resolver.

Los arquitectos daneses del estudio Cubo Arkitekter inauguraron en el año 2014 un pequeño edificio, o mejor dicho un pequeño conjunto de edificios, que intenta aunar modernidad y pintoresquismo, produciendo unas arquitecturas realmente interesantes que establecen un fuerte vínculo con el lugar al que pertenecen.

Los edificios albergan una escuela de vela y actividades deportivas, así como diferentes servicios locales para los turistas y visitantes, una oficina y una cafetería. El conjunto se encuentra en medio del mar Báltico, en la pintoresca isla de Bornholm, más concretamente en el pequeño y hermoso puerto de Hammerhavn.

Durante el siglo pasado, y hasta la década de los 70, las colinas situadas encima del puerto se utilizaban para alimentar una cantera de granito de alta calidad. Por lo que a finales de 1890 se estableció en el lugar un puerto para cumplir con las demandas de la industria y rentabilizar la extracción y el envío de granito hacia los grandes proyectos de construcción en Hamburgo y Copenhague.

Al sur de Hammerhavn, y aún visible en la silueta del paisaje, se encuentra la ruina de la mayor fortaleza del norte de Europa, el castillo de Hammershus, fundado en el siglo XII. El castillo se encuentra en una posición espectacular, a 80 metros sobre el nivel del Báltico y dominando el pueblo y el puerto de Hammerhavn. Los edificios de usos múltiples desarrollados por Cubo se encuentran situados, por tanto, en el centro de este paisaje cultural e histórico y mantienen un contacto visual directo con la ruina de la antigua fortaleza, así como con la naturaleza montañosa y exuberante que caracteriza el lugar.

El programa arquitectónico se traduce en un conjunto de tres edificios pequeños que intentan construir un nuevo lugar, aprovechándose del espacio configurado entre ellos. Además, el proyecto hace hincapié en las cualidades que hacen de este lugar un espacio único y cuenta estas historias que rodean a los edificios a través de la arquitectura.

Las cubiertas a dos aguas, y de cumbrera inclinada, construyen un cierto orden caótico, recordando a las construcciones medievales que, sin duda, como construcciones auxiliares de la fortaleza ocupaban esos lugares en otras épocas. Además, los techos inclinados dotan al conjunto de cierta unidad, mientras refuerzan ciertos puntos de vista que enmarcan los paisajes más atractivos de la isla.

Estas pequeñas construcciones están íntegramente revestidas, tanto en fachada como en cubierta, con una madera enlistonada que define un ambiente tranquilo y agradable, ya que recupera el aspecto de las construcciones del puerto y de los propios barcos que colonizaron la isla. El revestimiento de las fachadas y cubiertas unifica, además, el aspecto de las tres pequeñas casas, dotando al conjunto de una apariencia escultórica que, mediante su monolitismo, contrasta con el mar.

De este modo, estas construcciones se presentan en el lugar como un pequeño burgo medieval contemporáneo, aunando en su interior vanguardia y memoria, modernidad y pintoresquismo.