ÍÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Tierra batida

Pocos edificios ofrecen una imagen tan artificial como el recién inaugurado club de tenis de Ijburg. Su brillante revestimiento a base de un polímero plástico de un vivo color naranja convierte el edificio en un icono, en un reclamo hacia los visitantes dentro de un barrio que aún debe construir su paisaje urbano. Y es que IJburg es un nuevo barrio al este de Ámsterdam construido sobre seis islas artificiales para albergar un total de 18.000 viviendas que serán ocupadas por aproximadamente 45.000 residentes. En la actualidad, el distrito está habitado únicamente por 16.000 vecinos, por lo que se han desarrollado una serie de iniciativas para atraer a la gente a esta nueva zona de la capital holandesa.

La recién terminada playa de Blijburg aan Zee o el propio club de tenis son dos de los servicios propuestos para aumentar la calidad de vida y, por lo tanto, el interés del barrio de cara a captar nuevos residentes. A pesar de su juventud, el club de tenis cuenta ya con 1.100 miembros, que practican sobre diez pistas de tierra batida gestionadas por una pequeña escuela de tenis. La nueva casa club diseñada por los arquitectos de la oficina MVRDV es el centro social del club, pero, en cierto modo, también aspira a convertirse en centro de relación de los vecinos que ocuparán IJburg.

El edificio se abre todos los días del año y el acceso al mismo es gratuito. No es un club privado, sino un lugar de encuentro para jóvenes y mayores, de modo que anima a los visitantes a entrar para descansar y tomar un café o comer en el restaurante, mientras ven un duelo deportivo en alguna pista cercana. 

Con su envolvente plástica, el edificio de MVRDV reivindica el carácter artificial del barrio, cuyo suelo ha sido incluso arrebatado al mar, y transforma este pequeño edificio en una plataforma de observación con vistas sobre el club, pero también sobre las viviendas y el agua que rodea las islas que dan forma al barrio.

El desafío que el proyecto debía superar fue, por tanto, el de construir un edificio que funcionase como una plaza, como un espacio de reunión para la zona, como una sala de estar, donde el edificio se convierte en un facilitador para el establecimiento de una comunidad vecinal en el distrito de IJburg.

Por este motivo, la casa club es un volumen abierto en el que servicios como vestuarios, cocinas, almacenamiento y aseos se concentran en las esquinas del mismo. El espacio principal es multifuncional y puede ser utilizado para todo tipo de eventos, tanto deportivos como festivos o de ocio. El amplio frente de cristal hacia el lado norte permite la entrada de luz natural y ofrece una vista panorámica de las aguas del lago.

Pero si algo caracteriza este edificio es la solución dada a la cubierta. El techo se sumerge hacia el lado sur y se eleva hacia el norte hasta alcanzar una altura de siete metros. Mediante esta deformación del plano de la cubierta se crea una tribuna con capacidad para 200 personas que remata el skyline del edificio y que en cierto modo le otorga un valor simbólico.

En lugar de desarrollar una estructura rectilínea tradicional, MVRDV decidió integrar en el edificio el propio graderío, animando de este modo a los visitantes a trepar al tejado y ver los partidos de modo desenfadado.

El edificio, que ha sido construido con una estructura de hormigón armado, está revestido al interior con madera ecológica proveniente de bosques explotados de manera sostenible. El objetivo fue presentar un modelo para acondicionar el edificio en verano que fuese altamente sostenible, ya que la calefacción estaba resuelta mediante una instalación prevista a nivel de todo el barrio. Al realizar las islas que dan soporte a los nuevos terrenos, los promotores del barrio construyeron un sistema de calefacción y agua caliente que aporta suministro a todos los edificios del vecindario mediante energías renovables. Por este motivo, la superficie de vidrio se redujo en el lado sur al máximo, para ayudar a un consumo ajustado de los sistemas de aire acondicionado. Y en este mismo sentido, la masa térmica del hormigón armado y de la madera es utilizada para alcanzar un alto grado de eficiencia energética y, por lo tanto, de confort. Además se ha previsto un sistema de ventilación natural que en verano añade un plus al comportamiento sostenible del edificio desde un punto de vista energético.

El exterior, totalmente sellado con una pintura de poliuretano roja que imita el color y la textura de las canchas de tierra batida que lo rodean, llama la atención del visitante desde la distancia. Tal vez ese color tan estridente quiera ser una metáfora que indica la verdadera vocación de la instalación, que aspira a convertirse en un corazón que late como motor de la comunidad de Ijburg, que está en proceso de formar una nueva identidad urbana.