ÍñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Elevado al cubo

La caja o el cubo, si se prefiere en su denominación geométrica, es la forma más sencilla de construir un espacio. Con seis caras iguales y doce lados idénticos, la construcción se estandariza y las geometrías ortogonales simplifican el montaje. Partiendo de esta unidad primaria, el estudio OMA ha transformado un edificio de oficinas municipales de la década de 1950 en una nueva estructura volumétrica compleja, creando una nube de cajas para albergar un inmueble complejo con multitud de usos.

La estructura pixelada está ubicada en el barrio de Laurenskwartier, de Rotterdam, muy cerca de la sede de la oficina dirigida por Rem Koolhaas, uno de los arquitectos más influyentes en el marco teórico de la arquitectura contemporánea.

La nueva construcción amplía el antiguo edificio Timmerhuis, para adaptarlo a una amplia gama de usos, incluyendo un nuevo museo de la ciudad, oficinas, apartamentos residenciales y espacios de ocio como tiendas y restaurantes.

A diferencia de sus vecinos, edificios tradicionales construidos en ladrillo, la nueva estructura de 15 pisos fue diseñada para expresar su imagen contemporánea usando una estructura de acero y vidrio. Aunque por otro lado, su forma fragmentada en módulos cúbicos de dimensiones idénticas guarda una cierta relación formal con la arquitectura ortogonal que construye el centro histórico de Rotterdam. Esta fragmentación del volumen del edificio en pequeñas cápsulas le otorga una apariencia pixelada que ayuda a romper la escala real, consiguiendo que un inmueble de esas dimensiones reduzca su impacto en el espacio urbano.

La idea desarrollada por OMA no es diferente a la de otros edificios recientemente terminados por la oficina en la ciudad, como el Complejo DeRotterdam, compuesto por tres torres conectadas pero visualmente separadas. Sin embargo, en esta intervención, sí que hay una necesidad de huir de la monumentalidad para crear un lugar, una estructura que se integrase con el tejido urbano existente.

El nuevo edificio participa también con sus usos variados en la creación de un polo urbano, ya que alberga servicios municipales para el Ayuntamiento y da cabida a oficinas, cafeterías y tiendas, así como viviendas, lo que suma una gran cantidad de usuarios de diferentes perfiles.

Esa especie de ebullición urbana tiene su eco formal en ese edificio modular, con unidades repetidas gradualmente que aparecen y desaparecen en relación a la calle, a medida que suben, construyendo un crecimiento irregular. La composición de la construcción a base de pequeñas células crea una forma compleja que impresiona a los visitantes cuando se ve desde Coolsingel, una de las principales arterias de Rotterdam. El inmueble cabalga así entre la forma aleatoria y escultórica debida al sumatorio de pequeñas piezas que caracteriza el conjunto y la unidad que aporta precisamente esa repetición de cajas de vidrio y aluminio.

Además, este juego aleatorio permite a los arquitectos, mediante la adición o eliminación de piezas, adaptarse con sutileza a las formas triangulares del antiguo edificio de oficinas municipales construido en 1953, que rodea en dos de sus lados la nueva intervención.

Asimismo, teniendo en cuenta la simplicidad del módulo base, un cubo, el sistema estructural genera con una eficiencia máxima una versatilidad extrema, tanto en la construcción como en el programa, ya que las unidades se acomodan con facilidad a los múltiples usos del edificio. Los cubos fueron construidos en taller, trasladados al pie de la obra y paulatinamente elevados hasta realizar la forma singular que caracteriza el perfil del nuevo edificio.

El retranqueo, por eliminación de algunos módulos, construye terrazas verdes en los niveles más altos, proporcionando la posibilidad de que los apartamentos cuenten con un pequeño jardín, a pesar de encontrarse en el corazón del Rotterdam urbano.

En el nivel de la calle, la estructura permite un generoso espacio abierto a modo de hall o plaza urbana, fomentando un compromiso activo y abierto entre el edificio y la ciudad. Los usos del inmueble se gradúan desde los más públicos a los más privados a partir de esta gran boca de acceso.

La masa ambigua del Timmerhuis se plantea, por tanto, como elemento mediador, capaz de aunar lo estandarizado con lo singular, lo público con lo privado y lo contemporáneo con lo existente. Es una arquitectura capaz de elevar al cubo las posibilidades.