BERTA GARCIA
CONSUMO

Falsificaciones

S on muchas las ocasiones en las que al consumidor se le da gato por liebre. Ropas, perfumes, cosméticos y un largo etcétera de productos de marca son falsificados, con las correspondientes pérdidas económicas para las empresas originales. Siendo esto importante, no lo es menos el perjuicio que le causan al comprador, pues al abaratar los costes de producción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Para empezar, la composición del producto hace aguas por todas partes. Si ya en las marcas originales se cuelan componentes “falsificados”, ni qué decir en los sucedáneos.

Como consumidores, siempre vamos a por el producto que cumpla aquello de bueno, bonito y barato, y pensamos que como todo es efímero, o sea de usar y tirar, no hay que darle más vueltas. Pero lo barato es caro si conociéramos sus consecuencias en nuestra salud. Pongamos el ejemplo de los perfumes y cosméticos, ya de por sí muy adulterados en muchas marcas de moda o prestigio. Resulta fácil deducir el cóctel tóxico que han de llevar las falsificaciones que se venden en las tiendas «Todo a un euro» o por los explotados “manteros”.

Hay estudios, realizados a nivel mundial, sobre la seguridad de los productos cosméticos, como “Campain for Safe Cosmetics”, de la fundación Breast Cancer, que advierten sobre la presencia de alteradores hormonales en numerosos perfumes, cuidado corporal y cosméticos. De la larga lista de sustancias alteradoras, destacamos los almizcles sintéticos, como el galaxolide (HHCB) y el tonalide (AHTN), y también ftalatos (en particular, el dietil ftalato DEP).

La presencia de estas sustancias supone un riesgo para la salud y es un problema grave que se viene denunciando en la Unión Europea desde hace unos años, exigiendo una estricta normativa y control de mercado. Se han dado miles de casos en los que en el etiquetado de los productos no se recogía toda la composición de los mismos por presiones interesadas de grandes empresas. Lo bueno es que hay alternativas más seguras entre las esencias y aceites naturales y, si además somos manitas, salen muy económicas.