IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Límites

El trabajo con herramientas y materiales es una de las bases de los procesos creativos en las artes plásticas. Esta relación incluye, por defecto, una serie de éxitos y fracasos de cuya resolución depende un aprendizaje capaz de proponer nuevos caminos para la producción de las obras. A pesar de lo necesario e imprescindible de esta fase, en ocasiones nos topamos con propuestas que ofrecen los resultados de una mera experimentación sin ningún sustento narrativo o conceptual. En estos casos se nos brinda una explosión de novedad momentánea, una pirotecnia que no alcanzará más allá de su propio espacio de confort y que, sin duda, acabará consumiéndose a sí misma en cenizas disueltas sin sedimento alguno.

Ninguna de las dos muestras que reseñamos a continuación corren ese peligro. Ambas, desde su propio espacio, suponen un cuestionamiento de los límites impuestos y se desenvuelven para condensarlo en dos propuestas que, aunque diferentes, comparten la viveza de un proceso experimental cimentado sobre un trabajo conceptual poderoso e interesante.

Recientemente inaugurada en BilbaoArte y hasta el día 26 de este mes, podremos asistir a una sugerente exposición en torno a la figura de Norman Mclaren (Escocia, 1914 - Canadá 1987). Mclaren pasa por haber sido uno de los artistas más innovadores en el mundo de la animación, cuyos avances permanecen aún hoy en las retinas del gran público.

Su trabajo acumula una serie de etapas en las que los procesos plásticos y creativos aglutinan experiencias fílmicas de diferentes índoles. Tremendamente popular es su cortometraje “Neighbours”, datado en 1953 y en el que dos vecinos pelean por hacerse dueños de una flor que ha nacido justo en la frontera de sus jardines. La utilización de la técnica stop motion le supuso el reconocimiento en forma de Oscar al mejor corto documental del mismo año. En el otro extremo, encontraríamos “Synchromy” (1971), una composición audiovisual basada en líneas geométricas en la que el sonido se erige como protagonista indiscutible de una creación marcada por la experimentación cromática y la relación con el movimiento.

Por otro lado, el pintor Luis Candaudap (Bilbo, 1964) presentó el pasado mes su exposición “El soldado en la espesura” en la galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo, que podremos visitar hasta el día 12. Varias técnicas hermanadas, tales como el óleo, el acrílico o la acuarela, conforman una amalgama de procesos sublimados en creaciones de distintos tamaños y formatos que proponen un recorrido visual sugerente e incluso apabullante entendido desde la mejor de las acepciones del término.

Se trata entonces de una propuesta cuyas composiciones permiten nuevos descubrimientos en cada mirada. Particular interés suscitan los “certificados”, que es tal y como Candaudap llama a una serie de pequeñas piezas basadas principalmente en el collage y que acaban formando un mural de grandes dimensiones interactuando entre sí en un esfuerzo compositivo resuelto de forma impecable.

Es de agradecer que un artista de trayectoria contrastada se arriesgue con un proyecto tan extenso y coherente al mismo tiempo. Ambos procesos de trabajo, el matérico y el conceptual, juntan sus caminos para llegar a una propuesta en la que los límites se disipan para unirse en un único cuerpo.