IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Trazos

La famosa era de la reproductibilidad técnica que mencionaba Benjamin con el surgimiento del grabado en madera y la capacidad de reproducir técnicamente la obra de arte, se ve hoy en día totalmente desbordada por un contexto en el que la distribución digital sobrepasa cualquier resquicio de la obra única. Aún así, el manido concepto de “aura”, utilizado en el lenguaje del arte contemporáneo hasta la saciedad, resuena en ecos lejanos para describir no solo la autenticidad de la obra contemplada, sino la relación que ésta propone a la mirada que la observa. A pesar de lo grandilocuente del discurso conviene lanzar una reflexión sobre el desprendimiento de la unión soporte/obra, repensado en este caso en las dos muestras que reseñamos, en las que desde el dibujo y la ilustración se anteponen al paisaje de la hiperdigitalización y conservan la huella del proceso y la vivencia de la creación. Esta forma de ver el mundo que es el dibujo, requiere de una implicación militante que a través de pequeñas batallas: papel blanco vs lapicero, desgrana la forma de ver, de entender y de relacionarse con la representación visual de nuestro entorno. Existe una poesía de lo manual, del gesto, de la soledad que enfrenta mano con papel y que educa al cerebro a ver dibujando, que no es lo mismo que dibujar viendo.

En la exposición póstuma del artista Xabin Egaña (Oñati 1958-Gasteiz 2006) los garabatos inundan papeles, servilletas y trozos de libreta. “Gautxoriak” son pequeños retratos rápidos, bocetos de conversación y cigarro realizados de medio lado y restos del naufragio de noches, fiestas y conciertos en bares y locales de Gasteiz entre 2003 y 2005. Cada pequeña pieza evoca un instante reconocible, un momento que se intuye entre oscuridad y ruido. A través de la figura del dibujante que como testigo mudo plasma rápidamente personas en movimiento, los apuntes al margen y los nombres de los bares donde fueron tomados, nos elevan a una inmersión completa en la atmósfera que representan. La muestra que se encuentra en el espacio Zuloa de Gasteiz hasta el 28 de mayo cuenta además con piezas de mayor formato que, aunque sugerentes, no tienen la frescura vital del resto de pequeños dibujos que se amontonan en los marcos de las paredes.

En una línea diferente Pili Aguado (Tolosa 1981) inauguró el pasado 8 de abril y hasta el 7 de mayo la exposición “Anidar en los bosques” en el Gazteleku Martindozenea de Irun. Más cercana a tendencias de la ilustración actual, comparte con Egaña una presencia visible y tangible del trazo. En un momento invadido por la perfección de la línea vectorizada, encontrar un trabajo cuya contemplación nos hace entender el proceso y la presencia de la mano es sin duda una opción interesante y necesaria. La obra parte de un pequeño micro-relato que sitúa un mundo imaginario en el que conviven pequeños seres, antiguos pobladores llamados Basatis y la naturaleza como escenario de la vida. Diferentes tamaños, formatos y materiales componen una puesta en escena que lejos de la sobriedad expositiva de la galería habitual, se amontonan en una pared que acaba conformando un retrato de familia que mira directamente a los ojos. Las piezas aparecen como memorias de lo desaparecido, de una vida salvaje irrecuperable, como una metáfora de una sociedad en la que los vínculos con nuestro entorno se debilitan hasta el mero recuerdo.