IñIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Cortinas de bronce

El Bund Finance Center es un nuevo complejo de edificios diseñado en Shanghai conjuntamente por los arquitectos londinenses de Heatherwick Studio y la oficina de Norman Foster. El desarrollo urbanístico, que acoge una gran variedad de usos y que apuesta por edificios dedicados a los usos mixtos, alcanza los 420.000 metros cuadrados, incluyendo dos torres de 180 metros de altura, en las que se combinan oficinas con un hotel de lujo y viviendas.

Además, el nuevo barrio alberga un centro cultural y un espacio comercial, que se disponen alrededor de una generosa plaza pública ajardinada concebida a modo de centro de referencia de la vida urbana. Esta plaza sirve también como punto de encuentro del distrito de Bund con el resto de la ciudad, ya que este espacio público pone punto final a la calle más famosa de Shanghai, que hasta ahora se encontraba sin rematar.

El plan maestro de la ordenación urbana es altamente permeable para los peatones, con un diseño que prima la conectividad de todo el área, haciendo que las nuevas calles sirvan como puntos de conexión entre el casco antiguo de la ciudad, el Bund y el nuevo distrito financiero. Apoyando esta gradación entre los diferentes tejidos urbanos, las dos torres más emblemáticas de la nueva área se colocan en el lado sur del solar, mientras que los edificios frente a la línea de costa se van escalonando en altura, buscando relacionarse con la escala y ritmo de los grandes hitos del siglo XIX a lo largo de la ribera del río Huangpu de Shanghai.

En el corazón de este esquema funcional urbano se sitúa la Fundación Fosun, un centro cultural dedicado a la divulgación del arte y la cultura popular china. El edificio aglutina diversos espacios dedicados a la realización de exposiciones, junto con un pequeño centro de congresos para la celebración de eventos. Además del auditorio principal del teatro, el inmueble de 4.000 metros cuadrados alberga un espacio de exposición y terraza para la realización de actos públicos sobre la cubierta.

Con una forma compacta, el proyecto se inspira en la tipología de los teatros tradicionales chinos y en los diferentes filtros que estos edificios interponen entre el interior y la calle. Es precisamente esta construcción de velos la que le otorga su elemento más característico: un velo móvil que se adapta al cambio de uso de los espacios interiores y que transforma el escenario del teatro en un gran balcón con vistas hacia Pudong y el centro de la ciudad.

Un guiño contemporáneo al pasado de Shanghai. El edificio cuenta con una fachada formada por varias cortinas de tubos de bronce superpuestas que recorren las tres plantas con las que cuenta el teatro. Estos tubos cuelgan del nivel superior en tres capas, creando pantallas semitransparentes frente a los ventanales y que, en determinados puntos, abren el espacio interior formalizando balcones sobre la calle.

Esta formalización de la fachada le otorga dinamismo y flexibilidad, pero al mismo tiempo le confiere un aspecto hermético y opaco, convirtiéndolo en un cofre protegido detrás de una armadura de tubos. El detalle exquisito de este cerramiento contrasta con su escala monumental y recuerda, por la formación de una suerte de anillos, a las ramas de bambú de la construcción tradicional china. En cierto modo el edificio es, desde este punto de vista, un guiño contemporáneo a la construcción local y al pasado glorioso de Shangai, pero dotado de la elegancia de un material noble como el bronce, que en función de la orientación y del sol regala reflejos dorados haciendo brillar el bloque.

Cabría únicamente preguntarse si el complicado mecanismo que gestiona el movimiento de esas celosías es del todo necesario o no deja de ser una frivolidad que busca deslumbrar a cualquier precio. Sin duda la respuesta es compleja; por un lado, no parece que la escala del edificio, su contexto o la complejidad del programa requieran de tal derroche de medios, por lo que podría interpretarse como una excentricidad. Por otro lado, lo mágico y deslumbrante de una fachada de esas dimensiones parece encontrar un acomodo razonable en la teatralidad efectista de su movilidad haciendo honor al uso escénico al que sirve. En cualquier caso la colaboración entre Heatherwick y Foster se cierra con la radicalidad de esta propuesta controvertida, que reinterpreta el elegante muro vidriado que Mies van der Rohe remató en bronce en el edificio Seagram, convirtiendo aquel vestido minimalista en una cortina móvil que abre nuevas posibilidades constructivas.