DAVID BROOKS
IRITZIA

De película

Algunos creen que los escándalos y las investigaciones periodísticas están provocando que los días del régimen de Trump estén contados. «Tu kakistokracia (el gobierno de los peores) ha empezado a colapsar. Como la nación de mayor grandeza conocida en la historia, tenemos la oportunidad de salir más fuertes de esta pesadilla y nuestro compromiso es asegurar una mejor vida a todos los estadounidenses, incluidos aquellos que has engañado tan trágicamente», tuiteó hace un par de días John Brennan. Suena muy, muy preocupante cuando un ex jefe de la CIA, entre tantos otros veteranos de la cúpula política, advierte sobre la amenaza llamada Trump. Pese a todo, diariamente se permiten crueles ataques contra los inmigrantes, las mujeres, las minorías, las artes, los derechos civiles, el medio ambiente y hasta las instituciones gubernamentales. Todavía hay demasiado silencio. Y aun cuando se rompa, no es suficiente el ruido opositor para repeler –con algunas excepciones– el asalto frontal dirigido contra la mayoría de los ciudadanos del mundo. El comandante en jefe acaba de enviar misiles contra Siria en lo que muchos definen como un acto ilegal, pero no han provocado manifestaciones masivas. Sin resistencia, eso se traduce en que los espectadores se vuelven cómplices.

Lo mismo sucede en el extranjero, donde los gobiernos, con algunas excepciones, no condenan la violación de derechos humanos, normas y acuerdos internacionales cometidos por el Gobierno en Washington. Se vuelven cómplices, tal como se acaba de ver en la reciente Cumbre de las Américas. Los historiadores nos recuerdan otras etapas en las que la colusión entre gobiernos “democráticos” y regímenes que se proclamaban “superiores”, con derecho a desatar guerras unilaterales y reprimir salvajemente a la disidencia, tuvieron como consecuencia auténticos desastres humanos.

En EEUU, todos los días se viene informando sobre un régimen apoyado por sectores supremacistas blancos, algunos abiertamente neonazis, que ha amenazado con usar armas nucleares a millones de seres humanos y que, dentro y fuera de este país, está embarcado en la masiva persecución de inmigrantes con tácticas sádicas que incluyen arrancar a los hijos de los brazos de sus madres. «Mi hijo me dice todos los días: ‘Tengo miedo mami’. Solo queremos vivir y trabajar aquí porque tuvimos que salir de nuestros países por lo mismo, para escapar del miedo. ¿Qué le digo a mi hijo? ¿Cómo le explico esto?», pregunta una madre guatemalteca encerrada en una iglesia de Nueva York en un acto de resistencia.

De repente, uno tiene la sensación de que todo esto tiene que ser una película, de que no es posible que estas sean las noticias de cada día. Todo no puede ser tan abiertamente bestia, con un debate político consistente en broncas e insultos de nivel de Secundaria. ¿Pero la que vivimos es una película de humor, un melodrama de segunda, una de horror o una tragicomedia? Depende del día. Por ahora es como una mezcla de “¿Teléfono rojo?, Volamos hacia Moscú” (1964), de Kubrick, con “La cortina de humo” (Barry Levinson, 1997) y “El Padrino” (F. Ford Coppola, 1972). De hecho, en nuevo libro James Comey, el ex jefe de la FBI, compara a Trump y su entorno con una familia de la mafia.

No sería difícil elaborar el guion. Como han confesado muchos de los comediantes satíricos que se han vuelto los referentes más fiables a la hora de analizar esta coyuntura política: «Esto se escribe solo». El filme podría incluir hasta sorpresas positivas con “noticias” como ésta “adelantada” por el humorista Andy Borowitz en artículo publicado en “The New Yorker”: «México ha sorprendido el mundo al aceptar pagar por los cuidados siquiátricos de Donald J. Trump (...). El presidente mexicano declaró que había autorizado el pago a pesar de críticas recibidas en su país debido a que tal tratamiento podría resultar más caro que el muro fronterizo. Argumentó que: ‘Cuando la seguridad del mundo está en juego, 800 dólares la hora es barato’». Y la película podría tener un final feliz, con una estrella porno que salva a EEUU. Al romper su silencio y enfrentarse al presidente revelando su aventura sexual y sus intentos para acallarla, Stormy Daniels ha ayudado a detonar una investigación federal que podría ser, dicen los que saben, más peligrosa para el futuro de este régimen que otros asuntos. «Sí que hay esta percepción de que las estrellas porno podrían salvar al país de esta presidencia por decir la verdad», comentó Alana Evans, otra estrella porno amiga de Daniels.

Pero para todo cineasta serio (como para los periodistas), la pregunta es cómo y cuándo responderá el público cuando salga de la sala de exhibición. ¿Se escuchará algún eco de Mayo 1968 en la calle?