IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Activar

Las piezas de las exposiciones están marcadas por los espacios que habitan y el resto de elementos que las rodean. El diálogo con todo esto es capaz de activarlas de diferente manera en cada ocasión. Esta activación tiene que ver con la propuesta comisarial que se encarga de componer y diseñar el contexto en el que va a tener lugar la convivencia con el público. Por tanto, todas las estructuras narrativas influyen en las formas de percepción, comprensión e interpretación de las obras. Es por eso por lo que existen diferentes diseños expositivos, utilizando una sola colección, o por lo que se elige convocar determinados trabajos para que formen parte de una misma muestra colectiva. Con todo esto, el público será de nuevo el principal elemento sobre el que el poso debe materializarse. La experiencia de la visita conseguirá que la relación con el contenido suscite formas de sentir e imaginar que den sentido a todo el proceso.

El artista guipuzcoano José Ramón Amondarain (Donostia, 1964) asume el rol de comisario en la muestra que el pasado 12 de julio se inauguró en la sala principal de la Sala Rekalde de Bilbo. “Glutinum mundi” es el título que responde al proyecto que visibiliza la colección privada del arquitecto Fernando Garate. Como la mayoría de las colecciones privadas, esta se articula bajo criterios personales del coleccionista en cuestión, en donde entran en juego variables como el gusto o la preferencia. De ahí que dar forma expositiva a un fondo de tal calibre pueda no ser una empresa demasiado fácil. Sin embargo, en este caso las voces de estas 105 obras que componen la propuesta se organizan hasta el 14 de octubre de manera coral para respetar los lugares propios de cada cual, sin crear ningún tipo de extrañeza en su conjunto. Veremos juntos nombres como Pablo Picasso, Francis Bacon, Santiago Sierra, Cristina Iglesias, Tacita Dean o Antonio Saura junto a otros como Jon Mikel Euba, Sergio Prego, Ana Laura Aláez, Juan Luis Moraza o June Crespo. Un tótum revolutum que, al carecer de narración o concepto aglutinante, nos permite disfrutar de todas y cada una de las obras por capítulos separados y que acaban por crear sus propias conexiones desde la particularidad de nuestra mirada.

El Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Artium de Gasteiz, acoge hasta el próximo 23 de setiembre en su Sala Norte, “Poesía Brossa”. Más de 600 obras dan buena cuenta de la amplia trayectoria del creador catalán Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998), que pasa por ser uno de los referentes más relevantes del pasado siglo XX. Si bien la poesía es el punto de partida, el gran despliegue experimental y las diferentes maneras de desbordar límites y lenguajes marcan toda su creación como un espacio de cruces entre el teatro, el objeto, la acción o el cine. La muestra se divide en cinco tramos claramente diferenciados, que aciertan en mostrar desde sus primeros escritos hasta una gramática personal fuera de los lenguajes habitualmente artísticos tales como la magia o el striptis. Altamente recomendable, la oportunidad que nos brinda la colaboración entre el MACBA y el museo gasteiztarra para encontrarnos con una generosa colección de Suites y Poemas Habitables entre los que sin duda hallaremos algunos de sus trabajos más icónicos y reconocibles. Ya por último, un aporte claramente comisarial como es la puesta en relación del propio Brossa con otros autores de diferentes contextos. Nicanor Parra (Chile, 1914-2018), Ian Hamilton Finlay (Bahamas 1914, Edimburgo 2006) y Marcel Mariën (Bélgica 1920-1993) conforman un espacio de diálogo y enriquecimiento que es todo un acierto para el disfrute del público.