TERESA MOLERES
SORBURUA

Trucos de trepadoras

En la naturaleza, las trepadoras y lianas buscan la luz para florecer y dar frutos. Con esta finalidad se abrazan a cualquier elemento vertical cercano, bien sea un arbusto o un tronco de árbol. En el jardín, las trepadoras son imprescindibles para cubrir arcos, pérgolas, tapias o los muros de un edificio. Para facilitar su escalada, la naturaleza les ha provisto de diversos medios. Así, el jazmín persistente o Trachelospermum, siempre decorativo por sus hojas en blanco y crema y sus flores perfumadas, es de tallos ligeros y no sobrepasa el 1,20 m de altura. Esta especialidad rústica se utiliza para cubrir un balcón proporcionándole una sombra menuda.

Las lianas de plantas vigorosas, como las glicinias, son capaces de estrangular un árbol y romper hasta el cemento. Lo mejor es respetar sus manías de crecimiento porque la glicinia de China rodea el soporte en sentido inverso a las agujas del reloj, mientras la de Japón lo hace al revés.

Hay lianas, como la flor de la pasión, que tienen zarcillos para agarrarse y pueden alcanzar los cuatro metros en una situación soleada. El guisante de olor (Lathyrus odoratus) necesita un suelo rico para alimentarse y cubrir con sus flores olorosas un enrejado. Con zarcillos se mantienen calabazas pesadas de hasta 7 kg de peso. En este caso, cada zarcillo está compuesto de dos espirales actuando en sentido inverso y unidos por una sección sin trenzar. Otras lianas se valen de raíces aéreas provistas de ganchos parecidos a los crampones de los escaladores y las hay también que recurren a las ventosas para fijarse a un muro. Son plantas que aprecian una situación semisombreada y, contra lo que se cree, no estropean los muros fuertes. Ahí está la Viña de Virginia (Parthenocissus), que cubre paredes hasta alturas de doce metros, tiene ventosas en los zarcillos y en otoño alcanza su esplendor cubriendo los muros de llamativos tonos rojizos para anunciar el invierno.

Las hiedras como Hedera se sirven de ganchos para alcanzar la luz que necesitan y protegen los muros aislándolos del frío y el viento. También sus flores ricas en néctar y sus frutos invernales atraen a insectos y pájaros. Un clásico de los jardines ingleses es hacer trepar una hiedra por un rosal. Son numerosas y diversas: buganvillas, clemátides, fucsias, campanillas, madreselvas y, para tiestos, añadid a la lista las dipladenias.