BERTA GARCIA
CONSUMO

Los abusos de la Banca

Los problemas de la Banca con sus clientes y viceversa no cesan ni tampoco cesarán en un futuro por aquello de que los malos hábitos, cuando se institucionalizan, son muy difíciles de cambiar. Pasa como con los pequeños en casa: que si vienen “torcidos” y no se les endereza, acabarán creyendo que el mundo es de su propiedad. Es, grosso modo, lo que les ha ocurrido a los bancos y a sus propietarios, después de años de que crecieran sobreprotegidos por “papá-Estado”.

El último “episodio bancario” que está de plena actualidad es el de las hipotecas y los gastos jurídicos documentados (AJD). Además de poner ante las cuerdas a la Banca, evidencia el exceso de celo del que goza su defensa por parte de quienes deberían velar que se haga Justicia con mayúsculas para todos. Pero que no cunda el pánico, porque en todo este revuelo subyace más una puesta en escena que unos verdaderos fundamentos jurídicos que den valor a la postura torticera de los adalides de la economía.

Si bien en la CAV y Nafarroa nos salvamos por la campana en este asunto del pago de los AJD, no quiere decir que estemos exentos del resto del “paquete”. No olvidemos que miles de personas tienen todavía por recuperar los gastos habituales de la constitución de las hipotecas, como son:

1.- Tasación de la vivienda que compremos y que impone el banco antes de dar la hipoteca.

2.- Registro de la propiedad, que ronda sobre el 0,2% del importe concedido. Vamos, que el dueño es el banco y si no pagas, te desahucia.

3.- Gastos de notaría que hay que contemplar por lo del capital prestado, y que suma otro pico.

4.- Gastos de gestoría por los trámites de los documentos que exige el banco. Y que, en mi opinión, sobran.

5.- Gastos varios como comisión de apertura, contratar un seguro de vida, un seguro de vivienda, tarjetas de crédito y débito, etcétera, etcétera.

Que no decaiga el ánimo y a por todas. Se dice que todos somos iguales ante la ley y, aunque estemos como David ante Goliat, hay que pasar el trámite y reclamar, aunque se tenga que acudir a Estrasburgo.