IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Triángulo de reunión

La firma danesa de arquitectura COBE ha inaugurado un edificio destinado a los voluntarios de la Cruz Roja, diseñado como una sala de estar urbana en el centro de la ciudad de Copenhague. El proyecto se presenta como una ampliación de la sede nacional de esta institución y se diseñó como un homenaje al trabajo y al compromiso de los miembros de la fundación humanitaria, creando un nuevo lugar de reunión para sus 34.000 voluntarios. Las oficinas nacionales de la Cruz Roja danesa se situaban en un edificio modernista de la década de 1950, diseñado originalmente como oficina central para el gobierno regional del área metropolitana de la capital de Dinamarca.

La nueva sede genera, además, un nuevo espacio público que se cede como lugar de expansión al vecindario. Al igual que un paisaje urbano que se ha cortado y plegado, el inmueble sirve simultáneamente como soporte, escaleras, terraza y cubierta. En este sentido, invita a la vida de la ciudad circundante, y las actividades interiores del edificio a confluir sobre la superficie de la cubierta.

Por este motivo, el edificio ha sido concebido como una continuación de la calle. La cubierta pliega sus 850 metros cuadrados tomando la forma de una gran escalera pública que se extiende desde el nivel de la calle hasta el segundo piso del inmueble adyacente. La pendiente escalonada de la cubierta se convierte en una grada, en un espacio accesible que sirve como lugar de reunión de los habitantes del barrio. En el exterior, el edificio se transforma por lo tanto en un paisaje escalonado de parterres verdes y asientos para usar en grandes eventos o simplemente para tomar una taza de café al sol mientras se lee un buen libro.

El interior, con una superficie útil de 750 metros cuadrados, está semienterrado parcialmente bajo el nivel de la calle y sirve como entrada principal a la sede original y al nuevo centro de voluntarios. Al acceder se le presenta al visitante un área de llegada común compartida, por lo tanto, por el centro de voluntarios y la antigua sede. Un espacio que podría interpretarse como el corazón del edificio y que a modo de atrio conecta todos sus niveles.

Desde ahí se obtiene una visión general de lo que el edificio tiene para ofrecer, el hermoso jardín exterior y una vista de todo el interior organizado por el plano inclinado de la cubierta y su estructura escalonada. En el lado izquierdo, la casa de voluntarios se abre en forma de auditorio escalonado con capacidad para más de cien asistentes. Este espacio, utilizado como sala de conferencias, conduce a una serie de salas más privadas para la realización de pequeñas reuniones.

El edificio original y la nueva extensión quedan, además, unidos por un parque verde. De este modo, el sitio ofrece un espacio común para que los empleados y voluntarios se junten, brindando así las condiciones ideales para que el desarrollo y la cooperación de la institución florezcan.

Un icono abierto a los ciudadanos. El nuevo edificio ampliación del existente de la Cruz Roja se sitúa cerca de Fælledparken, una de las áreas verdes recreativas más grandes de la capital danesa, de modo que ese gran triángulo que forma el edificio se abre a los espacios públicos que la rodean ofreciendo una nueva conexión para el área. Además, gracias a su volumen triangular, únicamente toca de forma sutil la entrada de la sede existente de la Cruz Roja, respetando así la arquitectura histórica y generando de esta manera dos espacios verdes entre el nuevo y el viejo inmueble.

Con la nueva construcción, la Cruz Roja y el barrio que la rodea han recibido un nuevo icono. Pero no un icono entendido como un hito llamativo, sino más bien como una atracción urbana y social que invita a las personas a participar, a disfrutar de las exposiciones, a alistarse como voluntarios y a reunirse construyendo una fuerza social; como una tribuna pública abierta a los ciudadanos.

Mientras el edificio original está dominado por la materialidad de los ladrillos amarillos de la fachada y las tejas amarillas del tejado, en la nueva ampliación, los materiales se reinterpretan gracias al ladrillo ocre que formaliza el escalonamiento y el graderío de la cubierta. En el interior, los matices dorados de las superficies de madera y el hormigón en bruto proporcionan al edificio calidez, elegancia y modernidad. Son materiales que permiten un espacio con una distribución interior flexible, para talleres, exposiciones, conferencias y mucho más.

La apertura del nuevo edificio hacia el barrio y su conexión visual con la antigua oficina nacional dan a los usuarios del edificio un sentido de pertenencia a una comunidad, creando condiciones para el trabajo en equipo y la colaboración internacional; en definitiva ofreciendo un lugar de reunión, un triángulo en el que encontrarse.