La Unión Europea (UE) está cobrando cada vez mayor protagonismo en las cuestiones que nos afectan como personas consumidoras. Ha producido una amplia gama de leyes sobre consumo y marcado altos estándares en la seguridad alimentaria y en la producción de productos y servicios. Y, desde luego, va jugando un rol importante en cuestiones de derecho y justicia, en litigios mal resueltos en los Estados miembros.

Como todo sistema es mejorable, de cara a las elecciones europeas se ha dirigido un manifiesto a los grupos políticos desde las organizaciones de consumidores. Ahora la UE se encuentra en una encrucijada sopesando sus acciones para el futuro, por lo que deberá incluir en sus agendas los problemas de consumo, cada vez más complejos. La digitalización, la crisis medioambiental, la globalización y el aumento de la inteligencia artificial, entre otros, requerirán respuestas a nivel europeo. A continuación destacamos las propuestas más significativas y comunes a toda la ciudadanía europea:

La inteligencia artificial deberá servir y no perjudicar. El uso de la toma de decisiones automatizada basada en algoritmos cambiará tanto los mercados de consumo como nuestras sociedades. Se debe evitar la falta de transparencia y respetar el derecho de cada persona a oponerse a un proceso automatizado.

Durabilidad de los productos. La UE deberá tomar serias medidas contra la obsolescencia programada. Se deberá informar al consumidor sobre la vida útil de cada producto, al igual que ahora se hace con el gasto-ahorro de energía. Erradicar el uso de tóxicos nocivos. La legislación de la UE debería modernizarse para tener en cuenta la exposición acumulativa del cóctel químico al que estamos expuestos continuamente.

Medicamentos accesibles y asequibles. Ya existen medicamentos muy eficaces contra determinadas enfermedades graves pero los altos precios hacen que a los gobiernos les cueste subvencionar la Sanidad pública.

Cumplimiento. Los estados miembros deberán cumplir con la legislación comunitaria.