XANDRA ROMERO
SALUD

Cambios por el cambio climático

La ONU lo tiene claro: el cambio climático exige un cambio en la dieta humana. El pasado 8 de agosto, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó un resumen del informe encargado por Naciones Unidas diseñado para informar sobre las próximas negociaciones motivadas por el empeoramiento de la crisis climática mundial. Este trabajo ha sido elaborado por más de cien expertos. Un extracto ha sido, a su vez, publicado en la prestigiosa revista científica “Nature”.

En él se advierte de que aunque la quema de combustibles fósiles para la energía y el transporte sigue siendo hasta la fecha el punto crítico de mayor atención, las actividades relacionadas con el manejo de la tierra, incluida la agricultura y la deforestación, se han situado esta vez en el punto de mira, puesto que producen casi una cuarta parte de los gases que atrapan y mantienen el calor, y que se originan como resultado de la actividad humana.

El informe destaca la necesidad de preservar y restaurar los bosques que absorben carbono del aire. ¿Cuál es el problema? El ganado criado en pastos creados al despejar bosques es particularmente intensivo en emisiones. Esta práctica a menudo viene con la deforestación a gran escala, como ya se puede ver en otros países como Brasil y Colombia. Además las vacas también producen grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero, como resultado de la digestión de sus alimentos.

El panel afirma con gran seguridad que las dietas equilibradas con alimentos de origen vegetal y de origen animal producidos de manera sostenible supondrían una gran oportunidad para la adaptación y la mitigación de esta catástrofe climática. Para 2050, los científicos estiman que estos cambios en la dieta podrían liberar varios millones de kilómetros cuadrados de tierra y reducir las emisiones globales de CO2 en hasta 8.000 millones de toneladas por año.

Asimismo, estos científicos sentencian que, a menos que se realicen dichos cambios drásticos en el uso global de la tierra, en la agricultura y en nuestra dieta, los esfuerzos por frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y los impactos del calentamiento global serán más que insuficientes.

De modo que la pelota vuelve a estar en nuestro tejado: preservar el planeta no es solo cuestión de reciclar y generar menos residuos, también es imprescindible que cambiemos nuestra forma de alimentarnos de forma inmediata. Para ello no hace falta volvernos vegetarianos o veganos, pero sí debemos comer significativamente menos carne.

Por eso, si te ha convencido el resultado penoso de este informe de la ONU y quieres hacer un cambio, empieza por analizar tu dieta omnívora y, sobre todo, estudia los alimentos y preparaciones que más abundan en tu mesa. Entonces, empieza por modificar pequeñas cosas: por ejemplo, puedes incorporar más vegetales al incluir un plato principal a base de los mismos en las comidas y las cenas. En segundo lugar, prueba a sustituir las preparaciones de carne por diferentes estrategias para complementar proteínas vegetales (legumbres, frutos secos, cereales, semillas) y algunos pseudocereales (quinoa y amaranto). Piensa que tus segundos platos, en vez de pollo, filete, hamburguesa y demás, pueden ser un plato de legumbres con arroz o con cualquier otro cereal (integral preferiblemente) o legumbres con frutos secos o cereales integrales también con frutos secos.

Como podemos ver, no es fácil pasar de una alimentación omnívora a disminuir drásticamente el consumo de carne pero, con un poco de organización y cuidado, la transición puede volverse sencilla y, sobre todo, estaremos contribuyendo a frenar la catástrofe climática.