TERESA MOLERES
SORBURUA

Flores carroñeras

Algunas plantas producen flores con olores nauseabundos para atraer insectos y cumplir con la polinización. Es el caso de las aráceas, que huelen a carne en putrefacción. Lo curioso es que, según desvelan algunos estudios químicos, las moléculas de base de estas plantas están cerca de las del jazmín, uno de los perfumes más cotizados en el mundo de la perfumería. Solo cambia la dosis y parece ser suficiente.

Entre las rarezas de las plantas están las que tienen follaje maloliente y, sin embargo, flores atractivas como pueden ser los ajos, daturas o clerodendron. Esta condición se debe a la inteligencia desarrollada por las plantas para sobrevivir, ya que, por un lado, tienen que atraer a insectos polinizadores y, por otro, ahuyentar a sus depredadores, los animales herbívoros.

La Scilla peruviana huele a cueva de fieras, una forma de proteger sus bulbos durante la época de reposo. El Cytissus huele a gato en celo sobre todo en floración, mientras el olor del Iris foetidissima cuando se corta recuerda al alquitrán. Otras plantas como los jacintos cuando comienzan a florecer huelen bien pero, en cuanto empiezan a descomponerse, huelen fatal. Peculiar es el aroma de la Salvia sclarea, que remite al sudor humano y, al parecer, desagrada al ganado; sin embargo, cuando se desmenuza huele a naranjas. De hecho, se utiliza en perfumería para fijar el aroma del Agua de Colonia.

El boj tiene un olor gatuno característico pero su floración huele a vainilla. Las flores del aligustre poseen un aroma desagradable, pero hay personas a las que les gusta. Las flores de las hojas y bulbos del ajo atraen por su olor a miel, mientras la camomila medicinal, según algunos, huele a chinches, lo que le ayuda a ahuyentar a los topos. De las maravillosas flores de la Fritillaria se dice que huelen a excremento de zorro y el follaje de los lirios Lilium martagon, muy apreciados en floristería, tiene un fuerte olor a acre, adaptado al gusto de las moscas. El muy inteligente yaro tragamoscas despide un aroma intenso nada agradable y además puede subir su temperatura para engañar mejor a esas dipteras, que así se ponen en contacto con su polen. Precisamente, la Dracunculus vulgaris o atrapamoscas utiliza la atracción de su mal olor a carne podrida para atraer a las moscas, ahogarlas y alimentarse con sus nutrientes.