IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Una granja infantil

El fabricante de máquinas y herramientas Trumpf ha finalizado la construcción de una guardería que dará servicio a los hijos de los empleados de la compañía. Un edificio construido gracias a los proyectos de los arquitectos de Barkow Leibinger, situado en el extremo noroeste del inmenso polígono industrial de la empresa en Ditzingen, una localidad cercana a Stuttgart. El edificio, de una única planta, se construyó con elementos de madera maciza, prefabricados en una fábrica al sur del Tirol, y luego se ensambló en el propio solar. La guardería ofrece servicio a 75 niños para que sus familias puedan conciliar su vida laboral y personal, y también está abierta a otros niños del municipio de forma que la empresa interacciona con los habitantes de la región.

La integración de esta pieza en semejante paisaje industrial se logra gracias a que el edificio se coloca debajo de la cota de jardines que lo rodean, construyendo un espacio íntimo para la guardería. Además, el espacio verde del exterior se prolonga sobre el edificio gracias a la cubierta vegetal que, junto a los voladizos de la cubierta, otorgan cierta ligereza al conjunto.

Es esa integración casi perfecta del edificio en la topografía la que le permite estar ubicado dentro del contexto industrial y construir al mismo tiempo un espacio amable para sus usuarios. Su característica silueta de casa de madera a dos aguas, casi como el arquetipo que dibujaría cualquier niño, y su baja altura, conectan esta nueva pieza con la arquitectura de las granjas vecinas. Es precisamente la reinterpretación de esas estructuras tradicionales la que permite solucionar con cerchas abiertas la construcción de la cubierta.

La cubierta verde de la guardería, además de resolver cuestiones paisajísticas y de implantación del edificio, tiene un importante componente climático. Ese techo verde posee una fuerte inercia térmica y ayuda además a hacer una efectiva gestión del agua de lluvia. Por otro lado, los grandes voladizos sobre las cuatro fachadas aportan un plus de profundidad a los espacios interiores y a las terrazas, protegiendo esas áreas de la luz solar directa o de la lluvia. Por último, la cubierta dispone también de generosos lucernarios en el lado norte de la línea cumbrera, para obtener de ese modo iluminación natural difusa, ventilación y ordenar las extracciones de los espacios auxiliares como cocina o aseos.

Un puzle. Pero tal vez el elemento más singular del proyecto sea la estructura del edificio, realizada íntegramente con elementos de madera maciza prefabricados y sin encolar. Es ahí, en ese detalle, donde reside el cambio más llamativo. La capa base consta de dos capas de madera estructuralmente sólidas de abeto, de 6 cm de espesor cada una de ellas, que quedan unidas por conectores en cola de milano. Es decir, todas las conexiones se basan en la geometría, en la forma de las piezas como podría ser la forma que une las piezas de un puzle y no requiere de colas o aditivos químicos para funcionar. El revestimiento exterior consiste en una capa de abeto blanco de 2,7 cm de espesor, que se usa en todas las partes vistas del edificio, y que ayuda a contener un aislamiento en el interior de los paneles, a base de fibra y virutas de madera.

Este sistema de construcción libre de pegamentos, unido a que la madera ha sido extraída de bosques certificados por PEFC y a que el techo de la guardería está únicamente atornillado, genera un edificio medioambientalmente muy interesante, ya que podría potencialmente reciclarse y reutilizarse sin ningún problema. Gracias a la colaboración realizada por los arquitectos con una fábrica del Tirol y las cortas distancias de entrega, la huella ecológica del edificio es bastante baja. Además, el sistema de calefacción mediante pellets de madera o pellas, que tienen una producción de calor ecológica, ofrece una gran eficiencia energética.

El interior se articula gracias a ocho piezas cúbicas dedicadas a las aulas, sala polivalente, aseos, un guardarropa y una cocina. Un pasillo serpenteante conecta todos los volúmenes y se ensancha en tres puntos dentro del perímetro del edificio, creando espacios de reunión más pequeños. Estos tres sitios intermedios están disponibles para uso comunitario y tienen una conexión directa al espacio exterior a través de su amplio acristalamiento, de forma que naturaleza, paisaje y territorio se funden con el interior como si de una granja en medio del campo se tratase.