IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Lenguajes y miradas

Las funciones del arte han ido cambiando a lo largo de la historia. El arte como representación o imitación de la realidad fue superado con las vanguardias y sobrepasado a mitad del S. XX con la entrada del conceptual. De la misma manera, sus lenguajes y disciplinas han encontrado otros espacios para desarrollarse, hibridándose con ingredientes de otros campos cercanos a la cultura popular, como la publicidad o el diseño. El arte contemporáneo es, por tanto, un espacio de evocación. Un lugar al que llegamos para entrar en un diálogo al que como público se nos invita o, mejor dicho, se nos provoca. Nuestro lugar es clave, pues termina de conformar los elementos de una muestra. Las piezas se disponen en la sala intentando anticiparse a los recorridos que haremos. Se ilumina, se cuelga, se instala o se programa para que todo pueda ser visto, tocado o sentido en el instante en el que entramos. Las obras dejan por tanto de pertenecer a quien las crea en el momento en el que se proponen como exposición. Las intenciones, procesos o caminos previos ya han realizado su labor y es ahora turno para las miradas.

Desde aquí siempre apelamos a la necesidad de enfrentarse a la cultura desde una posición crítica, pues solo de esa manera estaremos jugando un papel que nos aleje de un consumo plano y sin matices. Nuestro análisis será más profundo cuantas más herramientas tengamos para hacerlo, pero nunca debemos olvidar que es nuestro cuerpo el que habitará el lugar durante un momento determinado. Dejarse llevar por aquello que nos emociona es crucial para impregnarnos de todo lo que está a punto de suceder.

La galería GKO de Tolosa presentó el 3 de octubre y hasta el 7 de noviembre “Le(s) Dormeur(s)”, a cargo de Igor Rezola Iztueta (Itsasondo, 1974). El espacio expositivo presenta varias piezas colocadas en la pared que llegan a engrosar una instalación conjunta más que a ser obras independientes que se relacionan y dialogan entre sí. Como si todas fueran caras de una misma unidad, de un cuerpo compartido. Si bien encontramos lienzos de diversos formatos y tamaños, los trabajos asumen una presencia material con una pretensión escultórica desde la que se reivindican. La pared deja de ser entonces soporte y se entiende como estructura. Por su parte, el espacio interior de la sala, totalmente vacío, aporta una potente ausencia que envuelve nuestra visita. Colores planos formando entramados geométricos en los que se pierde la relación fondo-figura. Enunciada desde la abstracción, la muestra realiza un juego que nos remite directamente a esencias del suprematismo de principios del S. XX. Sin embargo, Rezola no nos abandona a nuestra suerte y aporta mediante el título una narrativa de alta carga poética que sirve como aglutinante de todos los elementos. Traducido como “Los durmientes”, realiza un ejercicio casi antropomórfico con una frase que parece dotar de personalidad a cada obra. Permitiéndonos así visitar un relato que sobrepasa la relación entre materia y forma. O puede que quizás el título se refiera a cada una de las presencias que entran en la sala y cambien así las tornas de quién observa a quién. Sin aparecer de manera explícita en la exposición, es inevitable volver a la acción que el propio Rezola realizó en la localidad guipuzcoana en el año 2015. Bajo el título “Manifestación suprematista”, se completó un recorrido portando varios lienzos con motivos geométricos liderados por una cama de color rojo. Esta era llevada a hombros y en el centro del lecho podía verse el famoso “cuadrado negro sobre fondo blanco” de Kazimir Malevitch (1915).

El Centro Cultural Montehermoso de Gasteiz inauguró el 11 de septiembre “Desataduras”, de Nerea Lekuona (Gasteiz, 1976). El proyecto forma parte del elenco seleccionado en la convocatoria del propio centro que tuvo lugar en 2019. Lekuona realiza un recorrido por varias de las herencias culturales asumidas tras el periodo de la transición democrática en el Estado español. Desde estrategias muy cercanas a lo publicitario, analiza la simbología impuesta como relato único y memoria colectiva, desmenuzando los mensajes y los recovecos del propio lenguaje. Frases que quedan huecas. Tipografías que se estiran, se moldean o se pierden entre lo gestual y la calidad estética de su factura. Juegos de perspectiva o espacios casi lúdicos en los que todo se vacía de contenido y evidencia una cáscara quebradiza sobre la que se ha construido el sistema democrático que hoy conocemos. La propuesta se encuentra disponible hasta el día 15.