Teresa Moleres
SORBURUA

Gramíneas ornamentales

Las gramíneas decorativas se utilizan para obtener una sensación de pradera, siempre contrastando sus colores y texturas con las vivaces plantadas junto a ellas. Se caracterizan por sus formas y sus colores, verdes, azuladas y doradas, pasando por tonos púrpuras y mezclas de blancos con amarillos. Ahora, con el suelo todavía caliente hasta mediados de octubre, es buena época para la plantación. Para ello, primero se prepara el agujero que deberá ser de 25 por 25 cms para cada una de las matas. Antes, se humedece la planta durante diez minutos para que tenga agua suficiente y resista hasta las primeras lluvias de otoño. Si no llueve, conviene regar semanalmente hasta finales de octubre. En el fondo del hoyo de plantación se añade compost. Antes de colocarla, cortar un centímetro por debajo del cepellón y aligerar las raíces si las vemos muy compactas, aplastar un poco la tierra a su alrededor y regar con unos cinco litros de agua.

Las espigas, aunque estén secas, no hay que cortarlas hasta la próxima primavera, justo antes de que comiencen a salir las nuevas hojas. Como mantenimiento solo será necesario el corte primaveral. Durante el invierno el rocío de la mañana les da mayor interés. Se pueden renovar por siembra o por división del cepellón en marzo, cuando comienza la vegetación. Para que el macizo permanezca atractivo hasta bien entrado el invierno, se plantan junto con vivaces de floración otoñal como la rudbekia y las variedades de sedum.

A la mayoría de las gramíneas les gustan los suelos secos, incluso pedregosos, y con buen drenaje, por lo que no necesitan mucho riego. A la hora de escoger contamos con la Stipa capillata, de hojas con espigas ligeras de hasta 90 cms o el cabello de ángel, Stipa tenuissima, de hojas muy finas que acaban en espigas plateadas de 35 a 50 cms. Probablemente, son las más interesantes de las gramíneas por el movimiento ondulado de su follaje al menor soplo de aire y al cambio de luz. Al Panicum virgatum, con follaje azul metálico, le van los suelos arcillosos y debe estar a pleno sol para avivar sus tonos azules. También está la Pennisetum, con matas densas de espigas rojizas o blancas y la Calamagrostis, muy resistente de porte alargado y ligero con espigas color crema hasta bien entrado el invierno.