Anastasia Coope

La sensación que transmite la música de Anastasia Coope parece emanar de un precipicio más allá del mundo material. Es envolvente, desvinculada del espacio y el tiempo: folk fantasmal, espectral, lejano. “Darning Woman”, su álbum de debut, parece un legado del pasado. Al igual que las nanas o las canciones infantiles, su mínima instrumentación de cariz folk se transforma en algo entrecortado y extraño, dirigido por la expresiva y estratificada voz de Coope.
A pesar de los aires de antigüedad que recorren “Darning Woman”, Coope, de 21 años y residente en Brooklyn, es en gran medida una artista contemporánea. De padre inglés y madre estadounidense -cuya guitarra acústica de marca Martin utiliza para componer-, se crió en el municipio de Cold Spring, situado en el estado de New York. Los paisajes solitarios y los pueblecitos del valle del Hudson pueblan sus composiciones, que sirven de telón de fondo invernal a las acrobacias de su voz. Comenzó a grabar música mientras se alojaba en la casa vacía de un familiar en Beacon, Nueva York, experimentando con programas de grabación en una sala de estar vacía, cantando directamente en el espacio abierto.
Hasta entonces, Coope solo había pensado en sí misma como artista visual, no como músico, pero enseguida sintió que era lo correcto. A lo largo del siguiente año trabajó para inventar el universo exuberante que se transmite con estas canciones. Su voz es el núcleo de esta obra: emotiva, oscila entre una efervescencia sombría y algo más gutural, construyéndose sobre sí misma. Coope pasó meses aprendiendo a cantar de una forma nueva, a través del hocketing -una técnica rítmica lineal que consiste en la alternancia de la misma nota o acorde- y la estratificación de su voz, construyendo coros de sí misma. Estas canciones parten a menudo de un estribillo o una frase que se le queda grabada a Coope en la cabeza y se convierten en sonidos caóticos y fracturados. Su enfoque musical se basa en una serie de referencias culturales del pasado: el art rock vanguardista de los 80, los coros medievales, los coros de iglesia, el folk contemporáneo, los grupos románticos y los “Hockets for Two Voices” de Meara O'Reilly. Pero más que por el sonido de esas obras, Coope se sintió conmovido por la efeméride que las rodeaba, por la capacidad de sus canciones para evocar diferentes mundos sonoros.
La canción que da título al disco sirve de esqueleto para todo el álbum. “Darning Woman” es una canción reparadora. De alguna manera es el paraguas bajo el que viven el resto de las canciones. Gira en torno al anidamiento: arreglar, limpiar, hacer tareas domésticas, coleccionar, construir y decorar… los aspectos prácticos y tangibles de la vida en el hogar.
Estas canciones se construyen a partir de eso, y de mantras, poemas y fragmentos de conversaciones escuchadas y transformadas en piezas sonoras.

Mulatu Astatke & Hoodna Orchestra
Mulatu Astatke, pionero del jazz etíope, desarrolló su sonido a través de su estancia en Inglaterra durante los años 50 y una serie de grabaciones que fueron fundamentales para el sello Amha antes de viajar a Nueva York para grabar el álbum “Mulatu Of Ethiopia”. Ahora el pionero del ethio-jazz se une a la Hoodna Orchestra, el principal colectivo de afro funk de Tel Aviv, fusionando su encantador vibráfono con la fuerza de los metales de la orquesta en siete composiciones originales que rinden tributo al sonido clásico de Mulatu, al tiempo que abren nuevos caminos. Producido por el Dap-King Neal Sugarman, su colaboración muestra un resultado edificante que ayuda a profundizar en la obra de Astatke.
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