«La trama fenicia»

CAPÍTULO UNO: EN EL QUE SE CONJURA UNA TRAMA
Todo empieza, como lo hacen la mayoría de tramas, con un hombre, un mapa y una fortuna en juego. Zsa-Zsa Korda (Benicio del Toro), un conocido industrial de nacionalidad incierta y una higiene impecable, ha sobrevivido a nada menos que seis accidentes aéreos. El magnate posee un canal acuático subterráneo, un zoológico en ruinas y una extensa colección de monedas fenicias que, según él, están malditas. Zsa-Zsa Korda tiene, además, nueve hijos y una hija, Liesl, quien ha hecho votos (los equivocados, insiste) y vive en una abadía. La interpreta con un talento descomunal para la inexpresividad Mia Threapleton, hija de Kate Winslet.
La joven monja no tiene claro en qué consiste el Plan de Infraestructura Fenicia Terrestre y Marítima que obsesiona a su padre, un megaproyecto que parece implicar túneles submarinos, dirigibles eólicos y algo vagamente llamado “sistema de pasaporte modular”. Korda tampoco parece saberlo con certeza. A su alrededor se teje la trama fenicia.
CAPÍTULO DOS: PERSONALIDADES NOTABLES Y SUS OCUPACIONES INUSUALES
Los personajes de esta historia incluyen:
A Bjorn Lund (Michael Cera), tutor familiar, flautista de jazz a tiempo parcial y pacifista a tiempo completo. Su filosofía es el lino.
A Leland (Tom Hanks), enviado diplomático o gerente de hotel insatisfecho. Posiblemente ambos. Lleva charreteras.
A la prima Hilda (Scarlett Johansson), una cantante de vodevil marraquechina. Sabe más de lo que aparenta y está enamorada de Bjorn desde el segundo acto.
En tan descacharrado diorama, también se cuentan: Benedict Cumberbatch, Bryan Cranston, Riz Ahmed, Jeffrey Wright, Rupert Friend, Hope Davis y Richard Ayoade, este último presentando boletines informativos en pentámetros yámbicos.
CAPÍTULO TRES: GENEALOGÍAS IMAGINARIAS (PARA CORAZONES ROTOS)
Entre el Mediterráneo y la Bauhaus, en este ficticio país del África del Norte, el Imperio marcha en burro y se viste de color mostaza. Los halcones se encargan del correo. A diferencia de en “Asteroid City”, rodada en Kansas (Chinchón), aquí el desierto era tan real como lo aparenta. Señores, la película se rodó en los estudios Babelsberg de Alemania, y su director de fotografía es Bruno Delbonnel, responsable de “Amélie”, “A propósito de Llewyn Davis” o “La tragedia de Macbeth”.
El habitual Robert D. Yeoman se expulsó a sí mismo, empleando el botón de emergencia, alegando no poder seguir el ritmo de producción de Wes Anderson. Sí, ha vuelto Alexandre Desplat, de clavicémbalos afinados. En esta cartografía, nos guían:
La nostalgia, especialmente por cosas que nunca existieron.
El control, simetría, simetría, control.
El duelo, embellecido como una flor entre las páginas de un viejo pasaporte.
La película de Wes Anderson se estrena la última semana de mayo. Desempolven el salacot.




