Borrar los límites

A día de hoy aún es habitual encontrarse análisis o comentarios sobre arte contemporáneo basados en una división disciplinar. De hecho, las facultades y escuelas de arte siguen separando los ciclos formativos y las áreas de conocimiento en base a lo técnico: la escultura, la pintura, la fotografía, etc. Es cuanto menos delicado pensar que una técnica, un material utilizado o un soporte condiciona un proceso creativo hasta tal punto que su definición final depende directamente de esta decisión inicial. El arte contemporáneo, entre otras cosas, ha sabido difuminar las líneas marcadas por las disciplinas para centrar su atención en una cuestión más relevante que no es otra que la creación en términos mucho más generales. Esto no quiere decir que el óleo, el dibujo, la madera o el hierro no tengan sus fortalezas expresivas y formales, más bien que la creación artística se vale de estas para sus búsquedas, independientemente de la familia a la que pertenecen. Sin embargo, seguimos definiendo a las artistas y sus trabajos en base a técnicas utilizadas. Esta cuestión, más allá de una cuestión terminológica, puede hacer que nos enfrentemos al arte desde una visión incompleta. El arte existe a pesar de las disciplinas.
De alguna manera, la exposición inaugurada a finales del pasado mayo en la bilbaina Carreras Múgica se desarrolla en estos territorios fronterizos. La muestra titulada “Zuretzat” está firmada por Pello Irazu (Andoain, 1963). Irazu es uno de los máximos representantes de la escultura vasca de los años ochenta. Sus obras forman parte de varias colecciones y han sido expuestas en centros y galerías de renombre internacional. En el año 2020 recibió el premio Gure Artea a su trayectoria. “Zuretzat” es la quinta vez que Irazu expone de manera individual en Carreras Múgica y su propuesta se enmarca dentro de una ruptura de límites. Lo que parece escultura, puede ser imagen, lo que parece imagen es gesto, lo cromático tiene volumen mientras que lo volumétrico tiende a ser plano.
La disposición en sala, a pesar de estar cargada de elementos en pared, suelo y peanas, da sensación de amplitud y cierto orden rítmico. Las piezas del autor combinan elementos industriales como mesas o cajas de cartón, con construcciones más contundentes realizadas en acero. La pared contiene elementos gráficos o fotografías que sin buscar una narrativa concreta, nos asoman a formas reconocibles como manos o retratos. En todas las obras destaca el uso de una gama de colores intensa y brillante. Amarillos, naranjas, azules que a veces crean siluetas y, otras, planos de color que conviven con materiales más rudos como madera quemada o metal. La exposición está disponible hasta el día 30 de julio.

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