Joseba SALBADOR
DONOSTIA
CUMBRE DE JEFES DE ESTADO SOBRE GRECIA

La cumbre de emergencia acaba sin acuerdo pero mantiene la esperanza

La cumbre extraordinaria de jefes de Estado convocada para anoche se cerró sin un acuerdo sobre el papel, aunque se desarrolló en un ambiente de optimismo, toda vez que las últimas propuestas efectuadas por el Gobierno de Tsipras fueron calificadas como «una buena base» para empezar a trabajar. El acuerdo definitivo podría cerrarse esta misma semana.

El encuentro vespertino de los jefes de Estado europeos puso el colofón a una intensa jornada de reuniones de los representantes griegos con los máximos responsables de las instituciones acreedoras, así como con los ministros de Finanzas de la zona euro, con el fin de alcanzar un acuerdo para desbloquear el rescate y evitar la suspensión de pagos. Al término de la cumbre, que se prolongó por espacio de casi cuatro horas, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que las propuestas de Atenas «han llegado con retraso, pero son un paso importante. Confío en que el Eurogrupo del miércoles conseguirá un resultado, que se presentará el jueves al Consejo Europeo».

El presidente permanente del Consejo Europeo, Donald Tusk, fue el primero en afirmar que la propuesta que Grecia puso ayer sobre la mesa era «la primera real en muchas semanas» y que se ponían las bases para «evitar el peor de los escenarios, que significaría un grexident (una salida accidental de Grecia del euro), caótico e incontrolable», señaló.

Para el presidente de Francia, François Hollande, la nueva propuesta de Atenas es «más precisa y fuerte», y a su juicio prueba que «quiere salir de esta crisis, asumir sus responsabilidades». Añadió que un acuerdo «tiene que ser global y duradero. Si tenemos esta ambición, todavía puede llevar algunos días antes de alcanzarlo».

Ahorro en pensiones

Según las informaciones que trascendieron ayer, el Gobierno de Alexis Tsipras ha flexibilizado su postura en pensiones y subida del IVA, dos de sus líneas rojas hasta ahora, para lograr un acuerdo. En concreto, el Gobierno de Tsipras contempla ir eliminando gradualmente las prejubilaciones a partir de 2016 hasta su abolición total en 2025. En cambio, introduce una serie de medidas abocadas a eliminar el déficit de las cajas de pensiones (cláusula de déficit cero), que contempla subidas en las cotizaciones a la Seguridad Social, así como las contribuciones de los pensionistas a los seguros de enfermedad.

En el ámbito laboral, se mantendrán los planes de restaurar la negociación colectiva a finales de este año, de no introducir la posibilidad de proceder a despidos masivos como lo exigían los acreedores y de subir el salario mínimo interprofesional.

En cuanto al IVA, el nuevo plan mantendría tres tipos de IVA (el 6 %, el 13% y el 23%), a diferencia de los dos que defienden las instituciones con las que debe negociar. Pero esta vez, Atenas estaría dispuesta a cambiar la imposición sobre algunos productos o sobre los hoteles para aumentar los ingresos fiscales, como piden las instituciones acreedoras.

En este sentido, en la tasa mínima del 6% (ahora situada en el 6,5%) quedarían solo los medicamentos, los libros y el teatro, mientras que los hoteles, actualmente en el 6,5%, pasarían a tasarse con un 13%. Esta tasa se seguiría aplicando a los alimentos y a los productos energéticos y el resto se gravaría con un 23%.

Además, Tsipras plantea aumentar el impuesto de sociedades del 26% al 29%, aplicar una tasa extra del 12% a los beneficios empresariales superiores a medio millón de euros, recortar en 200 millones el presupuesto de defensa el año que viene y aumentar el impuesto al lujo incluyendo los yates privados.

En total, la última oferta de Grecia generaría ingresos adicionales del 1,51% del PIB este año y del 2,87% del PIB en 2016, es decir, 8.000 millones de euros entre este año y 2016.

Atenas sostiene que estas medidas son suficientes para cumplir los nuevos objetivos de superávit primario –descontando intereses– que ha fijado la troika: el 1% del PIB en 2015, el 2% en 2016 y el 3% en 2017.

El Gobierno de Tsipras defendió su nueva propuesta señalando que es resultado de «unas negociaciones duras y difíciles» y no parte del programa inicial del ejecutivo izquierdista.

Fuentes gubernamentales recalcaron que la nueva propuesta «no afectará a los derechos laborales, no disuelve el tejido social y ofrece perspectivas», sin «condenar al país a la dura austeridad».

Uno de los pilares de la propuesta, señalaron las citadas fuentes, consiste en «resolver la cuestión de la deuda» con el fin de acabar con el «círculo vicioso de la incertidumbre».

En concreto, el plan, como ya había adelantado el Gobierno hace varias semanas, propone trasladar al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) los bonos que ahora están en manos del Banco Central Europeo, por un total de 27.000 millones de euros. Con el traslado de estos fondos al MEDE, el Gobierno confía en poder renegociar los plazos de devolución y reducir los tipos de interés.

Euforia en las bolsas

Aunque el optimismo moderado fue la nota reinante en la jornada de ayer, las bolsas europeas anticiparon el acuerdo y desataron su euforia, registrando ganancias de casi el 4%. Así, la Bolsa de Atenas se disparó un 9%, mientras que el parqué de Madrid registró una revalorización del 3,87%, la más abultada desde setiembre de 2012. Fráncfort y París ganaron el 3,81%; y Londres, el 1,72%.

El optimismo por un próximo acuerdo se dejó sentir también en el mercado de deuda, sobre todo en Grecia. La prima de riesgo del país heleno, que comenzó la sesión en 1.185 puntos básicos, se redujo hasta los 1.028. La española también cayó 14 puntos básicos, hasta los 123.

El complejo equilibrio de Syriza: mantenerse firme sin precipitar la salida del euro

Sin necesidad de convertirse de repente en creyentes de la ciencia demoscópica, demos por buenos dos indicadores que vienen repitiéndose en los últimos meses en los sondeos griegos; el último de ellos publicado por el diarigo heleno ‘Avgi’ este mismo fin de semana. Según dicha encuesta, el 62% de la población reclama al Gobierno de Syriza que no haga concesiones en las negociaciones con los acreedores. En paralelo, el 65% de los griegos son partidarios de seguir dentro del euro. Es decir, explicado en pocas palabras, el mandato de la mayoría de griegos al Gobierno es tan fácil de entender como difícil de aplicar: «No queremos un nuevo rescate ni nuevos recortes, pero tampoco queremos salir del euro». Que fuera hace mucho frío y hasta los partidarios de la salida de la moneda común (bautizada como Grexit), en un ejercicio de honradez, admiten que el regreso al dracma no iba a ser precisamente un festival. Unos partidarios de la salida que van ganando peso en el seno de Syriza al mismo ritmo en que los negociadores griegos van sufriendo en la propia piel la intransigencia de los acreedores.

Porque en el otro lado la respuesta es precisamente la contraria. «Si quieren seguir en el euro, cómanse su programa electoral, olvídense de la emergencia social y apliquen todos y cada uno de los recortes que les exigimos», viene a decir la Troika, que sigue comandando las negociaciones en nombre de los acreedores (no hace falta llamarse a engaño en este aspecto, la Troika sigue existiendo). La intransigencia de la Comisión Europea, el BCE y el FMI, así como su insistencia en fórmulas de austeridad rebatidas hasta la saciedad por infinidad de economistas y por la propia realidad, no puede ya entenderse sino como un pulso en el que el único objetivo es doblegar a un Gobierno de izquierdas empeñado en demostrar que las cosas pueden hacerse de otra manera.

Así las cosas, no es difícil intuir el papelón al que se enfrenta Syriza, intermediario entre posiciones y necesidades (los de la población griega y los de la Troika) que cada día se antojan más incompatibles. No hay salida fácil, pero sí honesta y Syriza la ha ido recordando convenientemente: las urnas. Si la Troika no da por buenas las cesiones parciales que el domingo ofreció «in extremis» el Gobierno griego en materia de impuestos y de pensiones, el recurso a un referéndum o incluso a unas elecciones podrían ser la única manera de desenrocar la situación. De no ser así, la propia realidad se encargará de hacerlo con menos miramientos, ya que Grecia apenas dispone de liquidez para hacer frente a los gastos ordinarios del día a día. Si la ceguera de la Troika no dejase otra opción, una vez colocadas las urnas, serían los griegos los que decidisen con cuál de las opciones quedarse: la de mantenerse firmes o la de seguir en el euro.Beñat ZALDUA