Los malos soviéticos de Hollywood tienen «ashento»

Nos quejamos de las versiones dobladas al castellano, pero hay también versiones originales en inglés que son de traca. Aunque la Guerra Fría se acabó hace ya mucho tiempo, en Hollywood a los malvados les ponen un risible acento ruso, como si todos fueran espías o agentes de la KGB. No digamos ya en el caso de “El niño 44”, película tendenciosamente ambientada en la época estalinista. Sí, porque el argumento está inspirado en la figura histórica de «el carnicero de Rostov», que actuó entre los años 70 y 80, y no en el periodo soviético de posguerra.
Dicha tendenciosidad proviene de la novela original de Tom Rob Smith, más empeñado en hacer una crítica del sistema soviético que en escribir un thriller de asesino en serie. Es más recomendable el libro de Robert Cullen, del que se hizo una muy apreciable adaptación televisiva titulada “Citizen X” (1995), que realizó y escribió Chris Gerolmo, con Stephen Rea, Donald Sutherland, Max Von Sydow, Joss Ackland e Imelda Staunton en el reparto.
Que “El niño 44” presenta un problema genérico está claro, porque al no apostar decididamente por el thriller de crímenes seriales va picoteando en la denuncia política, en el terror sicológico, en la épica histórica, en el drama romántico, en la trama de espionaje, en el cine de propaganda y en un largo etcétera de derivaciones sociales como el contexto homófobo. Todo con tal de completar una duración de más de dos horas con la que justificar los sesenta millones de dólares invertidos. Sin embargo, buena parte de ese tiempo está desaprovechado, al desviarse de la investigación policial llevada a cabo por el protagónico Tom Hardy.
Ridley Scott, que renunció a la dirección, asume la responsabilidad de la producción, habiendo de analizar ahora las razones por las que a la crítica y al público estadounidenses no les ha gustado la película.

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