Txomin PITARKE
BILBO
A LA MESA CON

Beben lo que beben y pasa lo que pasa

En la recta final de Aste Nagusia es hora de analizar algunas asignaturas pendientes y buscar alguna solución, si es posible a otros tantos desaguisados. Uno de ellos tiene que ver con el fenómeno del botellón que afecta tanto a la hostelería tradicional como a las txosnas, además de provocar más suciedad en el recinto festivo. Cuando las comparsas habían hecho una apuesta decidida por los vasos reutilizables, llegan miles de botellas y bolsas de plástico esparcidas por el suelo.

No es un tema de estas fiestas pero ya hay quien plantea soluciones. Apunta por ejemplo Marino Montero, rector de la Compañía de Gargantúa, que el botellón lo practican cada día un mayor número de conciudadanos de toda edad, sexo y condición, por lo que él propone a la Comisión de Fiestas, o al propio Consistorio, que convoque un concurso público para el diseño de «neveras con ruedas». Argumenta el amigo Montero que el artilugio contribuiría a mejorar la calidad de vida de los botelloneros, obligados a cargar con pesadas bolsas que podrían causarles graves lesiones de espalda, aparte de las causadas por la ingesta de bebidas tan calientes como la orina de un grajo. Y añade que, convenientemente patentado y comercializado, supondría una fuente de ingresos con los que fijar un fondo de compensación destinado a paliar la pérdida de negocio registrada por hosteleros y txosnas.

No es mala idea, especialmente porque no creo que haya algo peor que beber kalimotxo caliente, aunque, no nos engañemos, la gente se bebe lo que le echen. Lamentable, pero cierto. Si no, que le pregunten all proble chaval de la fotografía, que por ahorrar unos euros decidió pasar la noche a base de rellenar con Don Simón y Ulifresh una botella de plástico de dos litros. Y la noche la pasó, lo que ocurre es que él no se acuerda. Con levantarse de la cama que improvisó a saber dónde ya tuvo suficiente.