Txomin PITARKE
BILBO
A LA MESA CON

Iguanas gigantes y avispas asesinas

Bueno, se acabó lo que se daba. Parece que fue hace una semana cuando empezó Aste Nagusia y resulta que ya han pasado ocho días. Si alguien tiene todavía ganas de juerga que aproveche las horas que restan hasta que sus hijos quemen a Marijaia –no acaba de convencerme que achicharren a nuestra musa–, porque se acaban las fiestas, se acaba agosto y se acaba el buen tiempo. Un hat-trick le llaman a eso los futboleros. Y qué quieren que les diga, pero casi mejor que se acaben y regrese la gris normalidad de la villa, porque servidor lleva un tiempo que no le llega la camisa al cuerpo.

A ver, este es un espacio jocoso y he tratado de disimular un poco, pero en serio, los últimos días han sido terroríficos. Comenzó la angustia cuando me enteré de que una iguana gigante se iba a pasear por el Botxo. Ahí donde lo oyen. Ese día salí al Arenal tocado con un salacot y la escopeta de caza. Por si acaso. Afortunadamente todo quedó en un susto, pues la iguana no era tal, sino un señor de casi dos metros disfrazado de reptil y que trabaja en el Circo Mundial. Menos mal.

Parecían que ahí iban a acabar los sobresaltos, pero qué va, no hemos tenido iguanas pero sí avispas asesinas. ¡Asesinas! Cuando leí la noticia casi me da un pampurrio. Ese día, ni gorro de explorador ni escopeta ni nada. Todo el día encerrado en casa, y la noche en duermevela, pues cada vez que cerraba los ojos se me aparecían insectos alados con colmillos. Luego la vecina del tercero me explicó que no era para tanto, que así es como habían llamado al enjambre de avispas asiáticas que al parecer habían hecho del Parque Europa su morada. Todo acabó con un concierto suspendido, un puñado de adolescentes enfurruñados y el nido de las avispas camino de Artigas. Total, que entre una cosa y otra hemos andado con los nervios a flor de piel.

Así que nada, que acaben las fiestas no nos vayan a dar otro susto; alguien con forma de delegado del Gobierno o así.