Dabid LAZKANOITURBURU

Rusia prosigue con su estrategia de blindar a Damasco pese a quien pese

Cumplida una semana de bombardeos rusos, la estrategia del Kremlin parece clara y pasaría por erigir una fortaleza en torno al régimen sirio. Para ello debe acabar con el hostigamiento de los grupos rebeldes. El ISIS, en el este desértico del país, puede esperar. De ahí que se multipliquen los incidentes entre cazas rusos y turcos en la frontera. Moscú se ha adelantado a Ankara instaurando de facto una zona de exclusión aérea en el norte. Erdogan está que arde.

Una semana después del inicio de los bombardeos, la estrategia de Rusia en Siria aparece cada vez más clara a ojos de los expertos: su objetivo es erigir una fortaleza alrededor del régimen de Bashar al-Assad hostigando a los rebeldes y cerrando el espacio aéreo a los occidentales y a sus aliados regionales.

«Su objetivo pasa por asegurar una zona alauíta (minoría religiosa a la que pertenece el clan Al-Assad) en el territorio de la Siria útil –el oeste densamente poblado y que concentra lo esencial de su industria y agricultura–y dejar el este desértico al Estado Islámico», asegura Igor Sutyagin, del Royal United Services Institute de Londres.

Eso explica que sus bombardeos se estén concentrando especialmente en posiciones rebeldes que chocan directamenre con las zonas controladas por Damasco, tanto en el norte del país (Idlib, Alepo) como en el centro (Homs y Hama).

Moscú «intenta sostener a las fuerzas de Al Assad y sus aliados en el frente y espera consolidar la situación para reconquistar terreno perdido», coincide Michel Goya, historiador militar de Sciences-Po de París. Ahí se inscriben los rumores sobre una inminente ofensiva terrestre siria, con el apoyo de fuerzas iraníes y del Hizbulah libanés, subraya Sutyagin,

El ISIS, a segundo plano

Occidente reprocha a Moscú hostigar mínimamente al ISIS. «Los rusos atacan también al ISIS, pero lo hacen para justificarse porque en realidad no es su prioridad», coincide Goya.

Un desmentido del propio Ejército ruso parecía ayer darles la razón. «Todas las informaciones de medios extranjeros que sugerían ataques aéreos rusos sobre la ciudad de Palmira son totalmente falsos», zanjó el general Igor Konachenkov, portavoz del Ministerio ruso de Defensa.

Una fuente militar siria había anunciado horas antes los primeros bombardeos rusos sore esta joya arqueológica y sus alrededores, en manos del ISIS.

El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó 30 raids rusos y la muerte de 15 yihadistas en Palmira.

Más allá de la autoría de estos ataques, el propio Ejército sirio ha confirmado la estrategia de Rusia al señalar que durante la primera semana de su intervención militar los bombardeos se han concentrado en cortar las líneas de comunicación entre los distintos grupos rebeldes del centro, norte y oeste de Siria.

Esa misma fuente avanzó que las operaciones «se van a prolongar durante meses y por el momento el objetivo es blindar las zonas estratégicas que unen entre ellas las capitales de provincia» sirias.

Espacio aéreo turco

Y Rusia no escatimará medios para lograrlo. El Ejército turco denunció ayer que un grupo de ocho cazas F-16 tuco fue objeto de «interferencias» por parte de un cazabombardero MiG-29 y de un sistema de misiles situado en territorio sirio cuando las aeronaves de combate patrullaban en la frontera con Siria.

El Gobierno turco informó de que los pasados días 3 y 4 de octubre aviones militares rusos entraron brevemente en el espacio aéreo turco. Rusia reconoció una violación del espacio aéreo por problemas meteorológicos y aduce que la base aérea rusa de Lataquia se encuentra a unos 30 kilómetros de la frontera turca. Turquía ha convocado dos veces al embajador ruso y el primer ministro, Recep Tayip Erdogan, ha advertido a Rusia que estaría poniendo en riesgo la amistad entre ambos países.

Ankara suspira por una zona de exclusión aérea en el norte de Siria. Ocurre que Moscú se le ha adelantado.

Tercera guerra ruso-chechena, pero esta vez en territorio sirio

No será el primer objetivo de Putin, pero al bombardear a la coalición rebelde entre islamistas, salafistas y yihadistas de Al-Nosra, la aviación militar rusa ataca de hecho a los 2.000 chechenos, y no solo chechenos, que hostigan al régimen en las zonas de Alepo e Idlib y en la periferia de Lataquia, bastión de Al-Assad.

Miles de norcaucásicos. sobre todo chechenos y daguestaníes, combaten desde 2012 contra el régimen pero los combatientes llegados desde Asia Central (sobre todo de Uzbekistán y Tayikistán) son asimismo numerosos.

Thomas Pierret, especialista de la Universidad de Edimburgo sobre Siria, llega a sentenciar que en ese territorio tiene lugar «la tercera guerra ruso&bs;-chechena», tras la de 1994-1996 (derrota rusa) y la de 1999-2000, que derivó tras la derrota chechena en una rebelión islamista caucásica.

El norte de Siria cuenta con minorías originarias del Cáucaso (kumiks, laks, avaros, darguinos, cherkesses...) que huyeron de la guerra de exterminio zarista en el XIX.

El grupo Jund al-Sham al Shishan combate junto a Al-Nosra en el norte de Siria, donde opera otro grupo rebelde, Ajmad Kavkaz (Los Soldados del Cáucaso). Un tercer grupo presente en Alepo y que agrupa a chechenos, uzbekos y tayikos, Jaich al-Muhajirine wal Ansar, se escindió para unirse mayoritariamente al ISIS. Uno de ellos, al-Shisani, fue su jefe militar hasta el anuncio de su muerte. D.L.