La Iglesia oculta en casas de retiro a sus sacerdotes descarriados

Anadie se le escapa que Pablo Larrain es el cineasta que mejor está diseccionando la realidad chilena a partir de su convulsa historia reciente. Ya con su anterior “No” (2012) trazó una hoja de ruta muy exacta de la transición que siguió al final de la dictadura, a raíz de la consulta popular consignada en el título. Pero en “El club” llega mucho más lejos, al profundizar en las raíces del oscurantismo de un país que no se desprende de su pasado totalitarista, sobre todo en lo tocante a instituciones tan inamovibles como la Iglesia Católica. Por eso sus dos próximos proyectos anunciados son sendos biopics que le han de servir de descanso, uno muy chileno sobre Neruda y otro en Hollywood sobre Jacqueline Kennedy, que serán respectivamente protagonizados por Gael García Bernal y Natalie Portman.
Hay en “El club” un único personaje que es seglar y está interpretado por Roberto Farias, erigiéndose en representante de la población civil chilena, debatida entre la necesidad de denunciar y cierto complejo de culpa que lleva a guardar silencio. Sigue hasta la casa de retiro, donde la Iglesia oculta a los sacerdotes descarriados para evitar que se enfrenten a causas penales dentro de la ley ordinaria por sus delitos, al cura que abusó de él en la infancia. No todos los religiosos apartados que allí se encuentran, bajo el cuidado de una monja, son pedófilos. Hay uno que colaboró activamente con la dictadura militar, otro que ha robado, e incluso el que está ya afectado por la senilidad.
El suicidio del pederasta quedará una vez más sin investigación policial, porque un enviado eclesiástico más joven y en activo se encargará del caso. En las localizaciones de La Boca, en la Patagonia chilena todo es brumoso, y salvo algún pescador o algún surfista, solo los desterrados parecen tener cabida, olvidados hasta por sus superiores jerárquicos.

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»
