Ramón Zallo
Profesor de la UPV-EHU
KOLABORAZIOA

Proyectos que suman en época de cambio

El pasado 29 de diciembre mi colega de Universidad y amigo Roberto Uriarte ofrecía en GARA su interpretación de los resultados electorales a la luz de la propuesta que algunos hicimos de candidatura unitaria de izquierda vasca, y llegaba a la conclusión de que fue correcta la negativa a cuajarla porque, visto el resultado, habría restado más que sumado y ahora, para bien, el techo de la suma de EH Bildu y Podemos por separado es de 500.000 votos en la CAV.

No estoy muy seguro de que Roberto tendría la misma opinión positiva si la distribución de esa suma hubiera sido al revés: 316.000 para EH Bildu y 183.000 para Podemos.

Con todo, y con los datos reales, su interpretación es tan opinable, plausible e indemostrable como la contraria, puesto que ambos nos basamos en hipótesis. De todas formas, habrá que reconocer que esos 500.000 no se traducen en los mismos escaños yendo juntos que separados.

Tengo para mí que el tipo de candidaturas unitarias por alianza exitosa (con Iniciativa y con la figura de Ada Colau en Catalunya, o con las corrientes nacionalistas de izquierda en País Valencià y Galizia) también podía haber tenido éxito en Euskal Herria. No veo al electorado de izquierda vasca sectarizándose ante una candidatura unitaria con un perfil protagonista de personas independientes y neto respaldo de varios partidos (salvo a una parte procedente de PSE y PSN). Pero es indemostrable. En todo caso, fue imposible, especialmente porque Podemos estatal no quería (imagen) y parte de Podemos Euskadi –incluida la dirección de entonces– tampoco, alegando razones programáticas (reticencia al peso del derecho de decisión), relacionales y de oportunidad.

Eso no quita para que los datos, tal y como se han producido, sean instructivos al fotografiar debilidades que ya están moviendo a la reflexión (EH Bildu y Ezker Anitza) y fortalezas evidentes de marca en unas elecciones generales (Podemos) pero no extrapolables de forma igual a unas autonómicas.

De todos modos, nuestra propuesta nunca se basó en las conveniencias de cada cual (ciertamente fueron los cálculos particulares el obstáculo mayor), sino en el interés de una alternativa con tres ejes claros a escala de Estado para un cambio de régimen (agenda social, proceso constituyente con derecho de decisión y paz y normalización). Curiosamente, y para nuestra alegría, el segundo eje lo hizo suyo también el discurso práctico de Podemos estatal (no estaba así previsto en el programa general y ahora se verá si lo condicionan a una previa reforma constitucional), seguramente tras el balance de las elecciones catalanas y la incidencia de Ada Colau, Anova y Compromís al respecto. Ello viene a indicar que había menos un problema programático que de empaste, prevenciones y expectativas.

Después de esa aproximación programática, para el inmediato futuro en el horizonte de las autonómicas, la pregunta a hacerse es si se quiere jugar a ser alternativa en la CAV al PNV para diseñar otro país con su propio proceso constituyente y que juegue fuerte también a escala de Estado o seguimos operando en claves de quién es más hegemónico (temporalmente) en la izquierda vasca. En la disyuntiva entre proyecto o contabilidad, estoy persuadido de que en épocas de cambio los proyectos claros, polarizantes y con respaldo tienen además resultados contables.