Jose Mari Egillor, Marivi Erdozain y Patxi Erdozain
Miembros de Sasoia
KOLABORAZIOA

Y de las personas mayores, ¿qué?

Este recién estrenado Gobierno de Navarra tiene muchos problemas a los que hincar el diente. Y confiamos en que lo haga de la forma conveniente. Uno de ellos, sin duda alguna importante, es definir cuál va a ser su política con las personas mayores, más en concreto con aquellas que necesitan de ayuda especial.

Con el paso de los años el número de estas personas aumenta. Esto, unido al deterioro normal por la edad, supone necesariamente aportar más recursos desde la Administración. Uno de los eslóganes, en teoría asumido por todo el mundo, es «una vida digna para todas las personas». Otro cantar es cuándo este eslogan teórico se pretende llevar a la práctica.

¿Qué significa la palabra «una vida digna» cuando hablamos de las personas mayores necesitadas de ayuda? ¿Qué apoyos son necesarios para que esa vida digna sea posible? No está en nuestras manos hacer un relato exhaustivo, pero sí queremos expresar algunos de los problemas que hemos descubierto en nuestras relaciones con personas internas y trabajadoras de residencias. Hacemos referencia también al informe de Comptos del año 2012.

Constatamos en primer lugar cómo personas internas de residencias tienen nostalgia de su entorno anterior; su ingreso en la residencia ha supuesto una ruptura con su pasado. Ya no hay sitio para ellas ni en su casa ni en su pueblo. Y eso se vive con tristeza porque se rompen las relaciones, tan importantes para la vida. Oyéndoles, pensamos que habría que potenciar la «asistencia a domicilio» pues ello supone una mayor riqueza humana. Además crearía más puestos de trabajo. Y si no fuera «asistencia a domicilio», podrían ser los centros de día o pisos tutelados cerca de casa.

También hemos constatado la gran diferencia que existe entre la residencia pública y la mayoría de las privadas. Públicas, del Gobierno de Navarra, solo hay dos y una de ellas, la de Lizarra, en peligro de extinción. Las diferencias se palpan en temas tan importantes como la intimidad, habitaciones mejor equiparadas, baños individuales, una separación entre las personas dependientes y las autónomas, un número mayor de personas trabajadoras, mejor remuneradas y preparadas; además las diferencias en el pago son notorias… La escasez de personal en los centros privados es tan patente, que puede llegar a generar serios problemas tanto en las personas internas como en las trabajadoras. No podemos olvidar una verdad de perogrullo: las residencias privadas se han montado como un negocio y por tanto en detrimento de las personas residentes. Como cualquier empresa privada su objetivo es la ganancia.

Para la buena marcha de estas residencias y teniendo en cuenta «la debilidad» de las personas internas, es necesaria una buena inspección periódica para descubrir los fallos y obligar a una mejor atención. Los pliegos de contratación con la Administración «prevén que los centros privados pueden ser inspeccionados en cualquier momento por parte del Departamento de Políticas Sociales e imponer, en su caso, las sanciones correspondientes ante posibles incumplimientos del contrato» pero «asimismo se ha constatado que los pliegos de los contratos tienen limitaciones que impiden imponer sanciones efectivas tras detectar infracciones», según consta en el informe de Comptos.

También constata que se observa un notable aumento de gasto público en la gestión ajena de centros de la tercera edad, por encima de los gastos en centros propios. Hablando de gastos, es una buena noticia, aparecida en prensa, la propuesta del Gobierno de equiparar el pago del residente no a la clase de dependencia sino a la renta de cada persona.

Pero también en las residencias públicas son importantes las deficiencias a corregir; entre ellas, mencionamos:

Es grande la diferencia entre los ratios de Europa y los de aquí. Ello afecta a las personas trabajadoras; sus lesiones en los músculos-huesos triplican las que se dan en otros sectores como construcción, el porcentaje de trastornos mentales es mayor, tienen sentimiento de culpabilidad al no poder atender a las personas internas como en justicia se merecen, con una atención personalizada y no como un «totum revolutum»…

La raíz del problema es que en Navarra se invierte en política social bastante menos que en Europa. Se vienen produciendo recortes en personal desde hace año y medio en un intento de «equipararnos en condiciones a los centro privados cuando debería ser al revés».

Por las noches queda poco personal y los fines de semana desaparece el médico. Recordemos que un buen servicio de sanidad puede ahorrar ingresos y consultas innecesarias, lo que supone ahorrar en dinero, y en desplazamientos y molestias al residente.

Se echa en falta el facilitar la participación de las personas internas en la marcha de la residencia. Todo se les viene hecho o decidido. El vivir en una residencia no supone estar recluidos de la marcha del mundo

En la práctica, en las residencias no existe el euskara (solo algunas veces el egunon y el gabon) y hay personas que viniendo de un ambiente euskaldun se sienten totalmente desplazadas. No se puede olvidar el que cada persona tiene el derecho a expresarse en su propia lengua

Con esta carta pretendemos llegar de forma especial a todas las personas jubiladas; es un problema que directamente nos afecta y si no nos preocupamos, nadie nos va a sacar las castañas del fuego.