Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La bruja»

Por fin una película que revoluciona el género de terror

Frente a ese cine independiente o de bajo presupuesto que utiliza un único escenario para abaratar costes, y que se autoimpone las limitaciones narrativas derivadas de ello como un reto de guion a superar en el más difícil todavía, por fin surge la creación magistral capaz de romper con los convencionalismos del género de terror barato. Según diversas fuentes “The Witch” habría costado entre menos de un millón y tres millones y medio de dólares, ya con los gastos promocionales incluidos. La rentabilidad que está consiguiendo es máxima, pero el prestigio crítico acumulado desde que se llevara el premio al Mejor Director para el debutante Robert Eggers en el festival de Sundance todavía es mayor.

“The Witch” es una obra atávica, que invoca a los miedos primigenios de la humanidad en sus épocas más oscuras. El horror está presente en cada una de sus imágenes, todas ellas naturalistas y provistas de una atmósfera sobrecogedoramente pictórica, y que, con referentes que van de Vermeer a Goya, pasando por el gótico americano, traza un retrato delirante del fanatismo religioso y la ignorancia de los pioneros en la colonización del llamado Nuevo Mundo en la primera mitad del siglo XVII.

La recreación histórica es de un detallismo enfermizo, y sitúa al público actual en el corazón mismo del puritanismo. Desde dicha perspectiva evita el lugar común de la inquisición con respecto a la brujería, aunque su ascetismo medievalista es el mismo del Dreyer de “Dies Irae” (1943), o del representado por el también danés Benjamin Christensen en su clásico mudo “Häxan” (1922). Se decanta más por la idea diabólica del mal en cuanto materialización del pecado, reinventando el exorcismo en su vertiente más arcaica. Tendría que ver más con la maldición de la locura que se apodera de las personas y los animales de la granja, arruinando cosechas y haciendo del bosque un espacio para el aquelarre.