Arnaitz GORRITI
BASKONIA EN LA FINAL FOUR

UNA ILUSIÓN RENOVADA TOMA RUMBO A BERLÍN Y HACE NOTAR SU PRESENCIA

Desde la llegada a Foronda has­ta la inauguración de «Bas­konia Etxea» en la Alexanderplatz, el desembarco baskonista se ha hecho llegar. Un poco de balon- cesto, un poco de turismo, un poco de celebración y, sobre todo, un carro complet­o de nuevas ilusiones.

El día se levanta claro en Gasteiz. Foronda, pese a que su personal vive jornadas de huelga, protestas y reuniones con AENA, se despereza más festiva que de costumbre. Especiales noticiosos, aclaraciones sobre los autobses que han de guiar a las comitivas a los respectivos autobuses para acudir a los hoteles, algún reencuentro y mucha ilusión. Lo que la realidad deportiva dicte se verá sobre la cancha, pero mientras tanto, «¡que le quiten lo bailao!», que diría el otro.

Dos horas y media de vuelo esperaban al grueso de aventureros del Baskonia en una empresa más ilusionante que nunca. Los había que conocían experiencias como la de Praga, Atenas o Madrid, pero en buena medida, los «expedicionarios» de nuevo cuño son novatos en estas lides. «¡Quién sabe cuándo tendremos la oportunidad de volver en una de estas!», se va escuchando a lo largo de unos aviones cargados de equipajes e ilusiones, muchos de ellos ataviados con la camiseta roja y la bufanda baskonista expedidas ya pronto del embarque.

Dos horas y media que, a cuenta del madrugón, dan para echar un sueño, visitar las páginas de los guías de viaje, o incluso algún diccionario básico de emergencia para poder chapurrear tres excusas y una pregunta en alemán. «Ni conocemos Berlín, ni muchos menos el alemán, pero ya nos las arreglaremos. Cuatro días dan para ver cosas, y si es posible, para volver algún día», dice el vecino de un asiento, mientras que otro pregunta sobre la última hora de la salud de los de Perasovic –«esa espalda de Causeur»– o algún adversario al que, alguno, con gusto le haría vudú.

Hasta el piloto del avión se lleva sus aplausos, no solo al aterrizar, sino cada vez que él o la sobrecargo dicen aquello del «¡aúpa –con tilde– Baskonia!». Con 21 grados, Berlín nos da una bienvenida calurosa.

«Ich bin ein Berliner»

Tarde ajetreada por Berlín. Los aficionados se esparcen por los hoteles y hacen tiempo de la mejor forma posible hasta que llegan las 17.00 y el AlexOase de la Alexanderplatz inaugura «Baskonia Etxea». Decidimos rendir una visita relámpago al «On Egin!», coqueta taberna del Berlin Neukölln que regenta el gernikarra Jonan Lekue, que vive en Berlín desde 2004. Se ríe cuando se le recuerda la frase de Kennedy, en la que afirma «yo también soy un berlinés», o lo que es lo mismo, Ich bin ein Berliner!, algo que tanto él como su ayudante, Katixa, donostiarra de Berlín desde 2012, pueden decir con propiedad.

«Nuestro local en principio no lo frecuentan gentes aficionadas al deporte, pero en citas como ésta; como pudo ser la final de Copa del año pasado entre el Athletic y el Barça o esta Final Four con el Baskonia, sí que solemos emitir los partidos, y hacer una invitación para que nuestro local se llene. Por lo demás, es la gente joven la que nos llega, en buena medida alemanes y no tanto personas de Euskal Herria, aunque siempre serán bienvenidas», explica Jonan.

El calor da paso al bochorno en Alexanderplatz, mientras el reloj se acerca a las 17.00, y las camisetas rojas del Baskonia, con algún «infiltrado» de Fenerbahçe, empieza a poblar el AlexOase. El paseíllo de los Gigantes se mantiene aún en seco, pero con las primeras piezas de la txaranga, cae un chaparrón importante. ¡Vaya hombre!

Fiesta sin aguafiestas

La nube pasa sin que la txaranga desista, de forma que el ambiente, algo refrescado, deja lugar a unos tímidos bailes de lo que se espera este mediodía.

Y como colofón, la llegada de Josean Kerejeta, entre aplausos y en medio de un pasillo, con el diputado general de Araba Ramiro González, Jon Redondo, director de Deportes o el excantautor y exparlamentario Gorka Knorr a su estela, en un promocional de Rioja Alavesa. Cuando hasta el presidente se apunta a la fiesta, es que ha de haberla. Y sin aguafiestas que valga.