Andoni ARABAOLAZA
Entrevue
KRYSZTOF WIELICKI
ALPINISTA

«Los más jóvenes solo se dedican a personalizar la ascensión»

A este histórico del alpinismo polaco le entrevistamos por primera vez hace unos diez años. En aquella ocasión charlamos largo y tendido sobre ochomilismo invernal polaco. Wielicki de nuevo ha vuelto a Euskal Herria, más concretamente a Donostia, de la mano del Club Vasco de Camping Elkartea, y hemos hablado con él sobre la actualidad del ochomilismo invernal.

La semana pasada, el Club Vasco de Camping Elkartea de Donostia celebró su habitual semana montañera. Pero en esta ocasión, los donostiarras se superaron; y, cómo, además. El programa se presentaba con contenidos muy interesantes y de calidad. Aparte de las dos jornadas del Mendi Tour (el visionado de algunas películas seleccionadas del Mendi Film) y de la exposición en La Bretxa de las mejores imágenes del CVCEPHOTO de la edición del año pasado, la semana montañera tuvo un cariz muy polaco. Primero, porque en la sede del club se vendió el libro “Escaladores de la libertad” de Bernadette McDonald; un texto sobre la vanguardia del alpinismo polaco. Segundo, por la exposición en la misma sede de “Himalaya-Karakorum. Imágenes y sonidos de la montaña”, del Bogdan Sankowski. Y tercero, por la conferencia sobre “Himalayismo invernal polaco” ofrecida por Krysztof Wielicki.

Aprovechando la presencia de Wielicki, GARA mantuvo una charla con este alpinista histórico del ochomilismo polaco.

El pasado 26 de febrero, Ali Sadpara, Simone Moro y Alex Txikon se hacían con la primera ascensión invernal al Nanga Parbat. Dejando de lado la importancia histórica de la ascensión, ¿qué importancia le das desde el punto de vista del estilo? Y lo digo porque Sadpara y Txikon, los dos solos, equiparon la vía hasta el campo 3 y luego ya con Moro y Tamara Lunger lanzaron el ataque a cima.

Esta última expedición ha sido un ejemplo claro de cómo debería comportase la gente en la montaña; no competir entre los montañeros, sino trabajar en equipo. Al principio iba cada uno por su parte, pero se dieron cuenta que uniendo las fuerzas tenían más probabilidades de conseguir el objetivo. Esto es un gran ejemplo para los más jóvenes; porque de alguna forma algunos jóvenes solo quieren conseguir la fama, impulsar su yo, ser el más rápido… Pero creo que lo mejor es trabajar en equipo. La mayor equivocación de los polacos fue competir y trabajar por separado.

Ahora la tecnología ha cambiado mucho el desarrollo de una expedición; por ejemplo, con sus partes de tiempo. Antes al grupo que le tocaba buen tiempo tenía posibilidades de cima. Ahora, solo dos, cuatro o seis personas son suficientes para una expedición.

¿Qué tiene en especial el Nanga Parbat que ha rechazado a 29 expediciones? Es decir, ¿por qué crees que se ha tardado tanto en hacer la primera ascensión en invierno?

Seguramente por su ubicación, porque está separada del resto de las montañas. Pero no estoy seguro. Otro problema es que el campo base está a muy baja altura: en la vertiente Rupal a 3.700 metros y en la de Diamir a 4.000 metros. Normalmente en el Himalaya suelen estar a unos 5.200. Otro inconveniente es la última parte de la montaña; algunas expediciones se perdieron en esa sección. Incluso, como sabes, el año pasado Txikon se confundió.

Ha quedado claro que la vertiente de Diamir por la ruta Kinshofer ha sido la más adecuada. La ascensión, por ejemplo, por la vertiente de Rupal todavía es una asignatura pendiente. ¿El hecho de que por esa vertiente el desnivel es mucho más grande es la razón por la que no se ha podido ascender por ella a cima?

El tema es que en esta vertiente a 7.300-7.400 metros tienes que pasarte a la vertiente norte, y no hay un lugar adecuado para vivaquear. Creo que prácticamente es imposible desde ese campo hacer cima y volver a la tienda. Es muy difícil y arriesgado.

¿Piensas que a los polacos se os ha quedado con el Nanga Parbat una espina clavada? Lo digo porque lo habéis intentado en numerosas ocasiones; este invierno, por ejemplo, estaban varios equipos.

No, no, para nada. Estamos muy contentos de que alguien lo haya conseguido. Al lograrlo todas las expediciones invernales toman sentido. Si solo los polacos hiciéramos todas esas cimas invernales, vosotros, los otros europeos, tomaríais esta especialidad como si fuera de locos. Ahora podemos decir que hay vascos locos, italianos locos…

Uno de esos equipos, el de Adam Bielecki y Jacek Czech, lo intentó por la ruta Kinshofer pero en estilo alpino. ¿Para una ruta de esa envergadura y en invierno no es un estilo muy audaz y arriesgado?

No, puede hacerse, pero yo soy de la generación en la que primero se hacía y luego se hablaba. Y ellos hicieron al revés. Sabíamos que esta idea sonaba algo estúpida y loca, especialmente en invierno. En la televisión dijeron que al día siguiente irían para arriba, y ya sabemos que de esa forma el éxito es muy difícil.

Se puede decir que Bielecki se la jugó a una carta por las presiones que tiene desde Polonia. Según tengo entendido, en Polonia hay un 50% que le alaba y otro 50% que le detesta por lo que pasó hace tres años en el Broad Peak.

Hay gente que al nacer por genética es buena, está preparada para el alpinismo, y realmente Adam es un tío duro. Pero actualmente hay un conflicto entre nuestra generación y la suya. Hay grandes diferencias. Nosotros somos de la generación en la que subíamos todos juntos, en equipo. No era realmente importante quién llegaba a la cima. Ahora todos esos jóvenes dicen “yo tengo que ir”, “yo tengo que subir”. Se personaliza toda la ascensión. Por poner un ejemplo, ahora no se dice que los montañeros de Donostia han subido tal montaña, sino solo se dan nombres y apellidos. Y esto no me gusta. Los más jóvenes deberían de leer algo más sobre nosotros, acercarse y entendernos mejor. De alguna forma, faltan al respeto a todo lo que hicimos; parece como si lo hubiéramos hecho mal. Los jóvenes dicen que Hillary hizo la primera del Everest con oxígeno y que ahora ellos lo hacen mejor.

Con el Nanga Parbat, Moro se pone delante de ti y tu amigo Maciej Berbeka con cuatro ochomiles en invierno. Y empata con Jerzy Kukuczka, pero este tenía tres primeras invernales y la repetición del Cho Oyu. El italiano dice que se siente como un hijo del estilo del alpinismo polaco. ¿Qué opinión te merece Moro?

Me gusta, me cae bien. Creo que hace las cosas bien, es diferente y respeta a las generaciones pasadas.

Ahora solo queda el K2 para cerrar el círculo de las ascensiones a los ochomiles en invierno. Al parecer, tú tienes intención de liderar una expedición. ¿Puedes adelantar algo sobre el equipo, ruta y estilo?

Lo primero es conseguir financiación; el presupuesto es casi cuatro veces mayor que para el Nanga Parbat: unos 200.000 euros. Afortunadamente tenemos buena relación con el Ministerio del Deporte y quizás nos pague la mitad del presupuesto. Pero todavía necesitamos llenar la otra mitad. Y si para mediados de junio no lo conseguimos, lo más seguro es que tendremos que aplazar la expedición. La expedición tendrá miembros polacos, entre otros, Denis Urubko que ya tiene nacionalidad polaca, puede que Alex (sé que quiere unirse)… Yo quiero que en la expedición tomen parte alpinistas que ya hayan subido el K2; obviamente en verano.

Sobre la ruta, os puedo adelantar que iremos por Pakistán. Por China no porque tendremos que llevar algún medio de comunicación, y no sabes los chinos cómo van a responder a eso. A pesar de todo creo que la ascensión por Pakistán es más difícil que por la vertiente china.

De tres expediciones que se han hecho en invierno al K2 tú has estado en dos, y en las dos os quedasteis todavía lejos de la cima. Con la experiencia que tienes, ¿cuál crees que es la clave para ascender al K2?

Siguiendo la filosofía que antes te he comentado, la clave es compartir y trabajar en equipo. Un grupo irá a finales de diciembre con la idea de equipar la ruta, y el segundo grupo, ya aclimatado, llegará al campo base un mes más tarde. Si los miembros de este último equipo están en condiciones no tendrían problemas de alcanzar los 7.700 metros muy rápido. Y también es importante que el primer grupo no esté cansado; ya sabemos que si pasas más de 25 días en altura acabas roto. Mi objetivo es que el equipo de cima esté a punto.

En total espero reunir a unos ocho alpinistas. Cinco participarían en ese grupo que equiparía la ruta. Y otros tres o cuatro serían los que lanzarían el ataque a cima. El problema principal es conseguir a gente para ese segundo grupo.

Según la mayoría de los especialistas de las escaladas a los ochomiles en invierno, la mayor clave del éxito son la resistencia y la paciencia.

Sin duda, la paciencia; puedes pasar semanas sentado en el campo base sin hacer nada. Y la suerte en invierno también es muy importante. El K2, por ejemplo, es el ochomil más al norte, y el clima le influye de una manera muy especial. El tiempo allí es mucho peor que el del Himalaya. En 1986-87 estuvimos 80 días allí, y de ellos 65 sufrimos tormentas.

¿No crees que las ascensiones en invierno perjudican a la creatividad? Por poner un ejemplo, el pre y post monzón en Himalaya y el verano en el Karakorum dan más oportunidades para hacer cosas diferentes.

Efectivamente en invierno la clave es subir, y no es tan importante la creatividad. En invierno siempre tienes el problema de tiempo, y eso limita experimentar cosas nuevas. Solo hay espacio para subir o no subir. Normalmente no subir.

Lo más racional es que para que una expedición sea verdaderamente invernal debe llegar al campo base el 21 de diciembre y salir antes del 21 de marzo. Ahora, Denis Urubko no le da importancia al calendario, sino que se basa en las cuestiones relativas a la climatología. Y dice que la cima debe de estar entre el 1 de diciembre y 28 de febrero. ¿Cuál es tu opinión?

No me gusta hablar sobre esto. Ahora hay un invierno según Simone, otro según Urubko… Parece mentira que no podamos compartir la idea de qué es subir en invierno y qué significa hacerlo con estilo. Yo le hago caso al calendario de nuestro invierno; lo siento, es así. Final de la discusión. Luego está el estilo. Hay gente que dice que Hillary utilizó oxígeno y que no debería contarse como una ascensión. Es una tontería. Con mejor o peor estilo, pero subió y ya está.