Natxo MATXIN
OSASUNA

Cruel castigo al gran trabajo rojillo

La escuadra navarra encajó un gol de falta directa cuando más controlado tenía al Nàstic y más peligro estaba llevando a su área.

NàSTIC 1

OSASUNA 0


Totalmente inmerecida la derrota que sufrió Osasuna en el Nou Estadi, donde desplegó uno de sus partidos con mayor derroche físico y estratégico, pese a que se marchó de vacío. Un golpe franco directo botado a la perfección por Naranjo a falta de ocho minutos para la conclusión desequilibró un encuentro muy igualado, en el que los de Enrique Martín merecieron mejor suerte, pero el fútbol no entiende de justicias.

Los rojillos estuvieron muy metidos desde el pitido inicial. Al Nàstic, que sabe salir desde atrás con el balón controlado, no solo no se le podía dar ninguna concesión, sino que había que dejárselo claro desde el principio. Y eso transmitieron los de Martín, con una presión muy arriba, estando presentes en todas las parcelas donde rondó el esférico y ahogando al rival, que tuvo que recurrir en más de una ocasión al pelotazo, algo inusual en el estilo de juego de los de Vicente Moreno.

Concentración, sacrificio y no cometer errores, el guion estaba más que estudiado, había que ponerlo en práctica sin mácula. La escuadra navarra esperaba, además, al error del adversario en alguna de sus circulaciones para asestar la puñalada o lo fiaba a la estrategia. Como la entrada en el segundo palo que realizó David García en el 25 después de un saque de esquina botado en corto, un lance entrenado entre semana en Tajonar. El empalme del central no encontró portería.

En la otra meta, apenas un balón pegado a la línea que recogió Emaná tras una pugna entre Oier y su par para colocar un centro peligroso al que respondieron los puños de Nauzet se podía contabilizar como media ocasión para los anfitriones, que no estaban nada cómodos ante los pegajosos rojillos. La estrategia siguió imponiéndose, cualquier pelota dividida era una pequeña batalla, sabedores ambas escuadras de lo factible que podía inclinarse el partido en cualquier pérdida.

De una de ellas llegó el balón suelto que se encontró al borde del área Nino, pero su empalme –el toque fue lo más rápido posible– no encontró el golpeo idóneo como para ir entre los tres palos e inquietar a Reina. Todas las acciones se realizaban a velocidad de vértigo por lo encima que estaba el adversario y ello provocaba imprecisiones, especialmente en los metros decisivos, donde no había concesión alguna.

La telaraña rojilla estaba dandos sus frutos, desquiciando al contrario, poco acostumbrado a verse tan asfixiado en su vehiculización del cuero, y posibilitando un mayor empaque del conjunto navarro, serio a más no poder. Por pedir algo, se echó en falta más aproximación a los dominios del contrario, pero todo a veces no es posible, parafraseando el ejemplo tan utilizado de la manta.

Mazazo a balón parado

La consistencia osasunista no flaqueó tras el descanso, los de Enrique Martín siguieron con la misma tónica de solidez, aunque mediatizada esa intensidad a medida que fueron avanzando los minutos por el lógico desgaste físico que los futbolistas acusaron. No obstante, dieron la sensación los navarros de sobrellevar mejor esa erosión, permanenciendo más tiempo en el terreno catalán y disponiendo de más acercamientos.

Un tiro de Olavide –el primero entre los tres palos–, aunque demasiado centrado y flojo, sin problemas para el guardameta local, y un remate de cabeza de Oier a la salida de un corner que se marchó fuera por no demasiado hacían abrigar esperanzas de que se podía hacer algo grande en el Nou Estadi. La sensación se fue acrecentando conforme avanzaba el choque, el Nàstic no encontraba el camino y Osasuna era quien cada vez más manejaba el balón y encima en esas zonas peligrosas donde se puede hacer daño.

Pero el fútbol es así de caprichoso, injusto y traicionero. A los locales les quedaba el recurso de la velocidad de Assoubre o los malabarismos de un Emaná que hasta el tramo final del choque estuvo muy bien cubierto por los defensas rojillos. Una de sus arrancadas tuvo que ser frenada por Tano con un agarrón que, a la postre, se demostraría mortal y decisivo. Naranjo, que ya lo había intentado en la primera mitad con otro golpe franco, ajustó el punto de mira y la puso casi en la escuadra, entrando tras tocar en el poste.

En un enfrentamiento tan igualado el balón parado suele decidir las más de las veces y la máxima volvió a cumplirse, aunque en este caso fuese funesto para los intereses rojillos. Osasuna siguió luchando hasta el último extertor, el empate no llegó, pero los aficionados desplazados les premiaron con sus aplausos. Así sí se puede perder.

Los de Martín se quedan en play-off, a la espera de Zaragoza y Oviedo

Pese a la dolorosa derrota frente al Nàstic, Osasuna continúa en puestos de play-off, aunque esa privilegiada posición depende de lo que hoy hagan Zaragoza y Oviedo.

Los de Enrique Martín ocupan ahora la quinta posición, empatados a 61 puntos con Alcorcón –cuarto– y Córdoba –sexto–. El Zaragoza se encuentra a un solo punto y hoy juega el duelo maño contra el Huesca en El Alcoraz.

Por su parte, el otro gran encuentro de la jornada, que será el que la cerrará, se vivirá en el Carlos Tartiere, donde se miden Oviedo y Leganés. Los carballones están ahora mismo a dos puntos de los rojillos.

N.M.