Amaia U. LASAGABASTER
GRUPO A

Los noventa no bastaron

Reparto de puntos entre Francia y una buena Suiza, que también disputará los octavos de final.

SUIZA 0

FRANCIA 0


Suiza acompaña en octavos de final a una Francia a la que esta vez le faltó tiempo para marcar. Aunque no puede decirse que el partido se le hiciera corto al equipo de Didier Deschamps, que se encontró con un buen rival. Solo le faltó morder arriba para arrebatar a Francia el primer puesto del grupo; no lo necesitó para ahondar en la crisis de confianza que sufren los galos, ya en octavos pero sin un partido de referencia con el que impulsarse.

Pese a todo, el Pierre Mauroy de Lille asistió a un partido trepidante en su primer tiempo, en el que se evaporaron pronto las sospechas de pacto y en el que Suiza se hizo con el balón y Francia con las ocasiones. Gracias, sobre todo, a Pogba –de vuelta al once junto a Griezmann y, por primera vez, Gignac–, que quiso cambiar los motivos para mantener su nombre en el candelero. Se fue diluyendo con el transcurso de los minutos pero la primera media hora del jugador juventino dejó exhaustos a rivales y espectadores. Remates con la diestra, la zurda, junto a la portería, en carrera, desde fuera del área... y siempre con peligro, chutazo al larguero incluido. Pero, también anoche, le faltó el gol. Como al resto de sus compañeros.

Fue, también como su equipo, a menos. Consecuencia del esfuerzo pero también del dominio al que le fue sometiendo Suiza, que nunca dejó de sufrir con las embestidas bleus, pero que se apoderó del balón y buscó el área de Lloris con más paciencia que fortuna. Ni siquiera la entrada de Payet salvó esta vez a Francia, aunque poco faltó para que el futbolista del West Ham volviese a liarla, con un voleazo que repelió el larguero.

También pudo hacerlo Suiza, ya en el descuento. Pero el árbitro no vio el agarrón de Sagna a Dzemaili en el área. Quizá le despistó que, curiosamente, fuera la única camiseta que aguantó el estirón sin deshacerse en jirones –en cinco ocasiones tuvieron que cambiarse los helvéticos–. O, quién sabe, le dio lástima un anfitrión que ya sufre más de lo que quisiera.