ELA, LAB y ESK hicieron ayer un llamamiento a la plantilla de la fábrica de Mercedes-Benz de Gasteiz a secundar los paros convocados la próxima semana para exigir el desbloqueo de la negociación del convenio colectivo. Los paros, de una hora de duración, se repetirán en todos los turnos de producción de lunes a viernes.

Según informaron las agencias informativas, los sindicatos denunciaron que la empresa «impone el bloqueo», al pretender negociar el convenio «sin tener en cuenta las decisiones de la mayoría». «No existe ni democracia ni justicia, ya que no se respetan las mayorías elegidas democráticamente», señalaron el presidente del comité, Igor Guevara (ELA), y el representante de LAB Mikel Díaz de Alda, quienes advirtieron de que los responsables de la multinacional prefieren utilizar a sus «sindicatos acólitos», en alusión a UGT, Ekintza y PIM, para lograr «un convenio más favorable a sus intereses».

Guevara y Díaz de Alda también denunciaron el trato que da la empresa a los trabajadores eventuales, a quienes obliga a realizar jomadas por encima de las doce horas diarias, sin respetar los descansos mínimos entre turnos. En este sentido, destacaron que las centrales sindicales han denunciado ante la Inspección de Trabajo estas irregularidades y, como «venganza», la dirección ha «castigado» a este colectivo, «imponiéndoles nueve horas de jornada en la fábrica más dos horas de formación con solo una hora de descanso para comer y desplazarse al centros formativo».

También alertaron de que la empresa evita realizar contratos indefinidos pese a los buenos resultados de la planta. A su juicio, la firma emplea «argucias legales» y «comete fraude en el INEM, porque los trabajadores finiquitados solicitan la prestación por desempleo cuando el trabajo que hacían persiste». «Simplemente cumpliendo la ley, en Mercedes debería de haber cientos de trabajadores más», añadieron.

Por último, recordaron que, aunque ELA, CCOO, LAB y ESK presentaron una plataforma para negociar con la empresa, la dirección de Mercedes-Benz rechazó «todos y cada uno de los puntos» propuestos. Posteriormente la dirección presentó sus propuestas «desorbitadas», entre las que figuran trabajar diez horas al días y los sábados por la tarde. Los sindicalistas advirtieron de que se trataría de trabajar «casi 60 horas semanales».