Raimundo Fitero
DE REOJO

Chantaje

Lo de Turquía ha entrado en una fase de descomposición y autoritarismo que ya es difícil ocultar y admitir. La destitución de empleados públicos de enseñanza es una de las muestras más evidentes de que existía un plan para desmontar los vestigios de influencia democrática para volver a los fundamentalismos más retrógrados. Pero sigue siendo la llave de tantas cosas que todos miran para otro lado. ¿O no será que lo ha hecho auspiciado, protegido, consentido por sus socios de la OTAN? Cualquier cosa es posible. Nadie opina sobre esta dictadura amiga, se les ve el plumero. Seguro que vuelve a imponer aquella postura tan sospechosa de complicidad: “asuntos internos”. En Venezuela no hay asuntos internos.

No obstante, ante la insustancialidad de la programación televisiva en estas épocas de máximas de calor, del aparentemente fracaso por su escueta audiencia de la vuelta a las pantallas de Sara Carbonero y que repite la máxima de que hay comunicadoras que sirven para aportar mucho en un noticiario pero que no tienen suficiente gancho para conducir exitosamente un programa, de los flecos que van quedando de concursos convivenciales y polémicas prefabricadas siguen siendo los políticos en almoneda los que nos divierten. Es un decir.

El incalificable Albert Rivera demuestra ser el chantajista político más grande de la democracia. Además de mentiroso, incumplidor, fantasma, arribista, oportunista y algunas cosas más, es un intransigente, un novio machista. Ahora, después de pactar con el PP, le dice que votará no a Rajoy si llega a un pacto con los nacionalistas catalanes y vascos. Es decir, ahora bloquea por celos la posible gobernabilidad. Menos mal que todo lo hace por España y no le importan los sillones. La posibilidad de unas terceras elecciones empieza a crecer.