Jon ORMAZABAL
Pelota

El tiralíneas como elemento para huir de la asfixia

El intenso ritmo de Oinatz le puso en ciertos apuros pero el acierto de sus remates dio el triunfo a Olaizola.

OLAIZOLA II 22

BENGOETXEA VI 19


Como en todos los precedentes, Aimar Olaizola logró imponerse ayer también a Oinatz Bengoetxea en la jaula, eso sí, el de Leitza lo apretó hasta el punto de obligar al mejor especialista del acotado a no guardarse ninguno de sus milimétricos remates para más adelante, por mucho que el de ayer fuera el debut de ambos en un campeonato en el que aspiran a llegar lejos.

Quizá eso de que fuera el primer partido influyó lo suyo, pero tampoco se puede quitar mérito al explosivo inicio de Bengoetxea en las rentas que manejó hasta la recta final del partido. Sin apenas opciones de competir en partidos de nivel durante todo el verano, el de Leitza entró enchufadísimo en la cancha, moviendo la pelota con determinación y sentido.

Aimar Olaizola se vio atropellado en ese juego corto que le propuso su rival, llegando a descolgarse 2-5 y 3-7. Sin embargo, esa de cuatro tantos, que también se repitió en el 11-15, fue la mayor desventaja a la que tuvo que hacer frente en el partido.

Su defensa, llevando pelotas imposibles como en el tanto que supuso el 11-12, corriendo del ancho al txoko como si no hubiera un mañana, tuvo gran parte de responsabilidad en esa forma tan suya de agarrarse a los partidos, pero lo que sobre todo marcó la diferencia fue la exactitud de sus remates a la hora de finalizar los tantos, incluso en situaciones forzadas.

Sí que es verdad que tuvo algo de fortuna en un par de tantos, como en el paralelo que le salió del ancho en el 12-15 o el saque-remate del 18 iguales, pero mientras la falta de saque en el 15-16 castigó a un Oinatz que sacó mucho mejor en líneas generales, el remate tras resto dio vida a Aimar cuando la necesitó.