Josebas VIVANCO
Derbi en San Mamés

El Athletic habla en el campo

El Athletic rompió con el malefecio que parecía perseguirle en sus enfrentamientos con la Real y lo hizo hablando donde debía, en el terreno de juego. Los leones echaron mano de todo lo que había alardeado su rival, para ganarle por actitud y compromiso. Y goles.

ATHLETIC 3

REAL SOCIEDAD 2


«Un buen partido de fútbol es una buena historia», sostenía el escritor sueco de novela negra Henning Mankel. Y a Dios pongo por testigo que el derbi de ayer lo fue. Un derbi de verdad. Fuera y dentro del campo. De los que hacen afición. Goles, fricciones, intensidad, pitos, aplausos. En el que al final ganó el mejor, el que más lo mereció, el que más empeño y corazón puso. El que habló donde debía. Porque en juego había tres valiosos puntos, pero también la victoria sirvió para poner en valor unas cuantas reivindicaciones. Como la del propio Athletic, ese que llevaba días con la cantinela en sus oídos, no solo allí, sino también aquí, de que no se toma estos partidos con la actitud y hasta ganas suficientes. Tapó bocas un jugador como Muniain, el mismo al que muchos dan por amortizado con 23 años y al que se le exigía estos días que hablara en el campo. Y vaya si habló. También lo hizo un Williams cuestionado que por fin soltó lastre con su gol y que en la segunda mitad fue un vendabal con el que Yuri soñará durante días. Hizo lo propio un Iturraspe que volvió a aprovechar las oportunidades que le da Valverde. Y el colofón lo puso en un partido grande y en su debut en el derbi vasco por excelencia un cachorro que peina ya más melena que el león de la ‘Metro’ como Yeray Álvarez. Mimbres suficientes para escribir una buena historia. Para el Athletic.

Una narración que comenzó con el primer encontronazo entre Raúl García y Willian José a los 21 segundos. Un minuto después, Aduriz e Iñigo Martínez se metieron en un jardín sin flores del que salieron con sendas cartulinas amarillas. Una decisión salomónica que mermó al ‘consentido’ central ondarroarra que debió atemperar su ‘dureza’ y vio cómo el ariete le iba a ganar cada duelo. Minutos de tanteo que pronto aclararon el dominio de una Real que a pesar del intento del Athletic por impedir su salida con el balón jugado desde Rulli, sorteaba la presión con soltura y ganaba la partida con su superioridad en el uno para uno en la zona ancha. No llegaba, pero dominaba. Y en su primer y único remate en los primeros 45 minutos, los viejos fantasmas sobrevolarían San Mamés. Córner al primer palo, Aduriz que no puede evitar peinar hacia atrás y Zurutuza como un obús llega suelto para empalar a la red. Un gol que cavó la propia tumba de la Real. Y lo hizo porque el espejismo del gol les hizo creerse superiores, mejores que su oponente, agarrarse a las estadísticas y dejarse llevar por los cantos de sirena que venían escuchando toda la semana. Y solo llevaban 15 minutos. Mientras Rulli se dedicaba a arañar segundos con sus irritables pérdidas de tiempo, sus compañeros se olvidaron de la actitud y compromiso del que venían alardeando para llevarse los derbis, es decir, aquello que se le achacaba que le faltaba a su rival. Aquello de lo que el Athletic tiró para voltear el marcador y llevarse tres merecidos puntos. Por ocasiones, por empuje, por seriedad, por ganas, por corazón y porque fueron mejores. Dijo Eusebio Sacristán que su equipo tuvo personalidad. Justo lo que les faltó.

El luminoso al descanso reflejaba el 0-1, pero los rojiblancos habían firmado ocasiones suficientes para enmendarlo. Solo un enorme Rulli evitó que Williams, Muniain, Iturraspe o Raúl García equilibraran el resultado. El Athletic encajonó a la Real y cortocircuitó su salida de balón. Tras el descanso, el golazo de Muniain, firmando una sobresaliente actuación, agrandó a los anfitriones y sembró las dudas en unos visitantes que concedían el segundo en un error defensivo y ‘panenkada’ del más listo de la clase, Aduriz, el mismo que serviría en bandeja a Williams el tercero, tras el enésimo robo de balón del Athletic en campo txuri urdin. Para entonces, minuto 75, los leones eran superiores en actitud, seriedad, compromiso y ganas. Y en el marcador. El gol postrero de Iñigo Martínez fue más demérito defensivo de un conjunto bilbaino cansado, que respiró aliviado con la ocasión fallada por Willian José, aunque para entonces debía ir ganando con holgura y por goleada.

Un buen partido, una buena historia. El Athletic habló donde debía. En el campo.