Raimundo Fitero
DE REOJO

Trenes

Cada vez que se produce un accidente de trenes y desgraciadamente hay multitud de fallecidos me entra la pasión ferroviaria. Todavía más cuando se anuncia un gobierno de coalición en la CAV, entre PNV y PSE, lo que no es insólito, sino un remedo de gobierno. Le dan aire al muerto para que desde su inexistencia solidifique a Urkullu para la eternidad y para que el TAV siga siendo una fuente de recursos propios y ajenos.  Me gusta el tren. No estoy de acuerdo con el TAV.

Con el aliento contenido por el accidente en la India, por ser habitual ver esos trenes repletos de individuos hasta en el techo que pasan por poblaciones donde se vive en las mismas vías, en uno de esos canales de mi plataforma televisiva hay una serie sobre los trenes del mundo y la verdad es que existen auténticas joyas de ingeniería por el trazado de sus vías de comunicación y verdaderos esfuerzos de toda índole para lograr un mantenimiento para que se pueda producir el milagro de unir dos puntos geográficos distanciados por cientos de kilómetros, pero en territorios como Alaska, donde la nieve y las tormentas dejan a poblaciones aisladas sin otra  posibilidad de recibir materiales y viandas que la del tren. Un tren realmente exuberante, unas máquinas potentes, unos vagones historiados, fuertes, que transportan personas pero sobre todo mercancías y asistimos a un episodio de una tormenta de nieve que corta la vía en varios tramos, que se producen desprendimientos en las laderas y unos trabajadores con maquinaria pesada deben dejarla expedita. Muy bien narrada la historia, con suspense incluido que nos deja de nuevo amando los trenes, recordando los de nuestra infancia y pensando que los del futuro no deben ir, obligatoriamente, fastidiando paisajes y gastando más energía que la que se puede soportar.