Maitane ALDANONDO
Gasteiz

Prototipos, prótesis y huesos gracias a la fabricación aditiva

Optimus 3D es una sociedad limitada dedicada a la fabricación mediante impresión 3D. Trabajan principalmente con el sector industrial, pero tienen una línea de negocio con la que desarrollan productos sanitarios que van desde férulas a la regeneración ósea.

La fabricación aditiva –impresión 3D– está empezando a abrir un mundo de posibilidades, especialmente, en los modos de producción. Los ingenieros Fernando Ohárriz y Alberto Ruiz de Olano detectaron la carencia de proveedores capacitados y máquinas profesionales que dieran el servicio que cada vez más empresas solicitaban. En febrero de 2014 crearon Optimus 3D, una sociedad limitada que ofrece soluciones integrales basadas en esa tecnología y tiene su sede en el semillero de Bic Araba en Miñano.

«Aburrido» de trabajar en multinacionales, Ohárriz decidió que era el momento de saciar su deseo de tener un negocio propio, y lo hizo acompañado de Ruiz de Olano que compartía su idea. Empezaron los dos solos, sin máquinas y con un ordenador. Hacían solo ingeniería, «pero no nos daba para mucho», hasta que al comprar la primera máquina la cosa empezó a cambiar.

En 2015, durante una misión comercial en Corea del Sur, se encontraron con una empresa que fabrica proteínas y farmacia para regeneración ósea y les propuso hacer un proyecto conjunto. Aprendieron a trabajar en el ámbito biosanitario y surgió una nueva línea de negocio.

Actualmente, están desarrollando proyectos a nivel estatal y europeo, y colaboran con el Hospital de Cruces o Bioef –sección de innovación de Osakidetza–. Tienen entre manos cuatro iniciativas innovadores entre las que destacan dos en el campo de la salud. Por un lado, unas férulas personalizadas que sustituyen a algunas escayolas. El responsable apunta entre sus ventajas ser «lavables, ergonómicas, desmontables y personalizables sin encarecer el producto». Prevén industrializarlas a finales de año, aunque necesitarán financiación para lanzarlas al mercado. Por otro lado, la regeneración ósea guiada, que consiste en convertir los datos de un TAC o una resonancia magnética en piezas a escala real mediante una bioimpresora. «Lo que haría es fabricar partes de hueso que le faltan a un paciente. Reproducimos el hueco en 3D y le añadimos unas proteínas para que se regenere más rápido». Necesitarán de dos a tres años para comercializar estos implantes, ya que al ser un producto que va dentro del cuerpo requiere de certificación sanitaria europea.

Mercado con potencial

Exceptuando algunos casos puntuales, la línea sanitaria se centra en estos momentos en el I+D, que llevan a cabo con recursos propios. Pese a su potencial, este campo va más retrasado que el industrial, del que proviene el 95% de Optimus 3D. Sus clientes son principalmente empresas de automoción, aeronáutica y máquina herramienta, para quienes fabrican prototipos, piezas funcionales o utillajes «más rápido y más económico». El 80% de sus clientes es de Euskal Herria y el resto del Estado.

Los usos profesionales de la fabricación aditiva son todavía bastante desconocidos en opinión de Ohárriz y a menudo no saben qué pueden hacer hasta que no conocen el contexto del cliente. No obstante, señala que «el crecimiento del mercado en cinco años va a ser exponencial, por lo que esperamos multiplicar por dos todos los años». Para cumplir las previsiones, recientemente, han adquirido una nueva máquina con tecnología innovadora, lo que les permitirá hacer las piezas diez veces más rápido. La tendrán en mayo y ha supuesto una inversión de 300.000 euros. «Nos hipotecamos para 5 años cada vez que compramos una, pero es la única manera de dar un servicio profesional y completo a los clientes».

Están contentos con el ritmo de evolución del negocio y de momento priorizan su crecimiento. «Tenemos un tallercito, cinco máquinas, 80 clientes recurrentes y dos ingenieros contratados que ganan más que nosotros. No nos importa, nuestra inversión es en el negocio, el objetivo ahora no es cobrar un sueldo sino que esto crezca». A corto plazo planean segregar la parte industrial de la médica, creando una nueva empresa para la última. Sin experiencia en el campo empresarial, Ohárriz reconoce la importancia que Bic Araba ha tenido en su trayectoria.

«Nos ha dado información y acceso a ayudas. Con el programa Ekintzaile hemos podido hacer investigación, al menos los primeros pasos. También acceder a financiación avalada por Luzaro o por Elkargi, que te permite obtener un préstamo sin poner en riesgo tu casa». En ese mismo sentido el programa de mentorización de la aceleradora Lazarus ha contribuido a suplir sus carencias. Además les escogió como el mejor proyecto tecnológico, premiándoles con una estancia de una semana en el MIT de Boston. Allí hicieron contactos con los que desarrollar proyectos o colaboraciones en el futuro.