«Queremos que el museo se abra, que no sea un sarcófago»
El hasta hace poco responsable del proyecto de la nao San Juan de Albaola toma el timón del Museo Naval junto a un equipo formado por Xabier Agote, Xabier Alberdi, Ana Iza, Aitor Buitrón, Gorka López de Alda y Peio Urrutia. Su primer objetivo será abrirse al puerto donostiarra y entablar relaciones con los agentes sociales y culturales de la zona, para definir un proyecto museológico integral.

Todo proyecto museológico requiere de un análisis. ¿En qué situación está el Museo Naval?
La gestión de este museo es el resultado de un concurso público que se ha promovido por parte de la Diputación. Para prepararnos a ese concurso, realizamos una propuesta técnica que, evidentemente, analiza qué hay en el contexto cultural y de patrimonio marítimo en Gipuzkoa y la costa vasca, y también cuál es el recorrido y las posibilidades de este equipamiento.
Hicimos un planteamiento bastante desarrollado a nivel técnico que incluso recogía exposiciones y un planteamiento económico, pero pensamos que eso es para más adelante y que ahora lo que toca es aterrizar nuestra idea fuerza, nuestro concepto.
¿Cuál sería el concepto de museo que plantea su equipo?
Pensamos que hay que ir involucionando esa idea de que las administraciones públicas marcan una política cultural y esa es la que hay que seguir; creemos que la propia sociedad y los agentes culturales tienen que ser protagonistas del diseño de esos proyectos culturales, participar en las decisiones, en cómo se hacen, y luego también consumirlos. Que, más allá de consumidora, la sociedad sea protagonista de esos diseños.
¿Por qué? Porque nos parecía que este museo era un lugar un poco hermético, no solo respecto a los visitantes, sino también a la ciudad, a la Parte Vieja... Con esto no queremos decir que no se hayan hecho cosas ni que no haya habido relaciones, pero pensamos que por la ubicación que tiene y por la centralidad del tema, que es el patrimonio marítimo, tiene que ser un museo muchísimo más proyectado hacia fuera. De ese concepto nacerá un nuevo proyecto museológico, a partir de un proceso que iniciaremos a mediados de setiembre.
¿Cómo se articulará ese proceso?
Vamos a abrir una pequeña exposición, que se va a llamar “Proiektu berri bat asmatzen”, en el cual vamos a intentar que agentes sociales, culturales e incluso económicos (los hosteleros del puerto, Parte Vieja…), y otros agentes del puerto y de la costa vasca y de las comarcas (porque entendemos que el patrimonio marítimo no solo está en la costa sino también en el interior), nos digan cómo ven el museo, qué cosas les gustaría que se programaran aquí…
¿Será una especie de proceso participativo?
Sí, queremos socializar nuestra idea, pero yo no usaría el concepto de “participación”, porque las participaciones están a veces mal entendidas: muchas veces se piensa que se puede participar y a veces no se puede. Para mí es un proceso de socialización, en el que vamos a tener un feedback con esas personas para ver de qué manera podemos enriquecer el proyecto del museo, es decir, qué va a ser este proyecto de mayor, dentro de cinco, seis, siete u ocho años.
Al final de ese proceso habrá un proyecto museológico con un nuevo nombre, una nueva visión, valores, objetivos estratégicos que se persiguen, cómo serán las exposiciones, qué temas se van a tratar… la hoja de ruta de este museo.
¿Cómo plantean esa primera exposición?
Todavía no sabemos si será en la ganbara o en la planta baja, pero en todo caso va a ser dentro del museo, donde habrá una exposición que recoja cuál es el origen de este edificio. Muchas veces los museos tienen arquitecturas impresionantes, son edificios modernos, vanguardistas... pero en este caso nos encontramos con que ya es un edificio que tiene un valor histórico brutal y que es uno de los edificios incluso previo al incendio de la ciudad; es un edificio notable y lo queremos poner en valor. Contaremos el origen de este edificio y qué usos tuvo (primero fue el almacén del Consulado del Mar, llegó a ser una prisión…), explicaremos la obra que se va a hacer y presentaremos a la ciudadanía y a los agentes un resumen del proyecto que ha sido resultado elegido por parte de la Diputación. Luego, a partir de ahí, una pizarra, unos post-it, nos sentamos a hablar y contamos y escuchamos lo que tenga que decir la gente.
¿Qué peso tendrá lo que puedan aportar la ciudadanía y los diferentes agentes?
Por eso te decía que no nos gusta hablar de participación: será un proceso de socialización en dos direcciones. Lo que queremos es que el proceso nos enriquezca, no venimos aquí a plantear “este es el proyecto que ha resultado elegido y esto es lo que vamos a hacer”, porque si le das a la gente la opción para opinar es para algo. Intentaremos que el proyecto museológico que se presente probablemente en noviembre sea un proyecto lo más aterrizado posible a las realidades de su entorno. Es lo que pretendemos. Y esto va, enlazando con la primera pregunta que me has hecho, con lo que queremos cambiar, que es la vocación del museo: ha hecho un camino muy importante en temas de investigación y conservación, pero pensamos que el museo tiene que ser muchísimo más ambicioso a nivel de proyección exterior. Para hacer eso queremos cambiar la marca, porque Untzi Museoa-Museo Naval tiene un problema, que es que despista mucho al visitante que pasa por aquí.
¿Qué espera el visitante y con qué se encuentra?
Se espera encontrar un barco, probablemente espera maquetas, temas relacionados con la construcción naval... y no lo encuentra. Por ejemplo, ahora entran y ven una exposición de juguetes y no entienden muy bien qué tiene que ver esto con un museo naval. Entonces, entendemos que necesita un nuevo nombre que esté a la altura de la temática, un nombre ambicioso, sin complejos, abierto, y pensamos que el nombre Euskal Itsas Museoa lo cumple. E incluso no tiene una muga territorial: este es un museo de la cultura marítima vasca, y la cultura marítima vasca hace 400 años no era ni guipuzcoana ni vizcaina, era de la costa vasca, de hasta donde llegarán los vascos, incluso de América o del norte de Europa. Nuestro ámbito de pensar es ese. Y nuestro ámbito de relaciones tendrá que ser ese.
¿Y mar adentro? Antes mencionaba que también se relacionarán con territorios del interior.
Gipuzkoa tiene un montón de recursos, equipamientos, historias, relatos… relacionados con el patrimonio marítimo en el interior: ferrerías, salinas… Siguiendo la idea del concepto de San Juan Sarea, ese concepto de trabajo en red y de harreman, hartu y eman, es un modelo de relación que puede trasladarse a este concepto de museo. En cuanto a la manera de trabajar, la vamos a hacer en dos líneas: uno, aprovechando muchísimas cosas que se han hecho ya, poner en valor proyectos, personajes históricos, proyectos que están haciendo otros equipamientos culturales de la costa y del interior… porque este edificio no deja de ser un concesionario, una especie de proyector. La segunda línea de trabajo es ver coyunturas y proyectos, que pueden ser históricos y no históricos, porque tampoco tiene que ser este museo solo histórico: creadores y artistas pueden tener aquí su espacio. El próximo año es el encuentro de embarcaciones marítimas tradicionales en Pasaia y probablemente intentaremos programar algo, está también la efeméride de la vuelta al mundo de Elkano y queremos de alguna manera ser partícipes en la fundación que se ha creado, y no solo dentro del museo, sino también fuera: porque tengamos un edificio pequeñito no significa que no podamos programar en el puerto o en otras ciudades, junto a otros agentes culturales. Queremos que el museo se abra, que no sea un sarcófago. Es un proyecto ambicioso pero el patrimonio marítimo, que sigue siendo bastante desconocido, es tan potente que te da juego.
Afirma que el patrimonio marítimo sigue siendo desconocido. ¿Por qué lo cree?
Bueno, creo que en los sectores tradicionales cada uno ha hecho su vida sin dedicarse a contarlo. El mundo arrantzale, comerciante, de construcción de barcos... Son modos de vida que han estado ahí y cuando la sociedad, con el estado de bienestar, a empezado a invertir en cultura igual no ha invertido lo suficiente en este tipo de cuestiones. No hemos sabido darmos cuenta del valor que tiene el patrimonio marítimo, tangible e intangible, y ahora toca.
También realizarán reformas.
El edificio no se construyó para ser un museo y siempre ha tenido unas limitaciones. Es necesario hacer unas pequeñas obras para mejorar las condiciones de confort, de accesibilidad y de evacuación. Incluso para optimizar más el espacio que tiene el museo. Las obras probablemente comiencen a final de año, se cerrará el museo durante un tiempo, y la idea es que en primavera podamos abrir un nuevo museo con una exposición específica.

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